Los senegaleses iban a ser convocados a las urnas para las elecciones presidenciales tras el golpe de Macky Sall.

Los senegaleses iban a ser convocados a las urnas para las elecciones presidenciales tras el golpe de Macky Sall.
Los senegaleses iban a ser convocados a las urnas para las elecciones presidenciales tras el golpe de Macky Sall.
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El 5 de febrero de 2024, los diputados de la mayoría de Macky Sall adoptaron un proyecto de ley constitucional destinado a derogar lo dispuesto en el artículo 31 de la Constitución. Este controvertido acto provocó el aplazamiento de las elecciones presidenciales, inicialmente previstas para el 25 de febrero de 2024, al 15 de diciembre de 2024. Esta decisión, percibida como una toma de poder, tuvo consecuencias dramáticas para el país.

El aplazamiento de las elecciones no estuvo exento de consecuencias. Meses de tensiones ya habían sacudido a Senegal, provocando manifestaciones violentas y una represión brutal. El saldo es elevado: decenas de muertos y heridos, y un clima de creciente desconfianza hacia las instituciones. El país estuvo cerca de un período de desestabilización duradera, que amenazaba sus bases democráticas y su equilibrio social.

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Una mayoría discreta ante el enfado popular

Hoy, más de diez meses después de este episodio, el régimen de Macky Sall y su mayoría parlamentaria parecen mantener un perfil bajo. La sociedad civil y los ciudadanos siguen marcados por este acontecimiento que dejó profundas cicatrices. Este golpe reveló la fragilidad de las instituciones y la capacidad de los líderes para priorizar sus intereses personales en detrimento de la estabilidad nacional. Si Senegal evitó lo peor fue gracias a la resiliencia de su población. Sin embargo, el trauma persiste y la confianza en la clase política sigue en su punto más bajo.

Una lección para el futuro

Este episodio definitivamente debería servir como lección. El pueblo senegalés, actor importante en la resistencia a esta crisis, ha demostrado que la democracia no puede sacrificarse en aras de las ambiciones personales. Es y sigue siendo urgente que los líderes aprendan las lecciones de esta crisis y se comprometan a fortalecer las instituciones para evitar que tales abusos vuelvan a ocurrir. Senegal, aunque conmocionado, pudo mantener el rumbo. Este oscuro episodio nos recuerda que la democracia es un bien precioso que debe protegerse con vigilancia y determinación.

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