Es un saber hacer único en Francia y se practica en Besançon. El taller Saltador de globofabrica globos terrestres desde 2019 utilizando técnicas que datan del siglo XVI.
Expuestas sobre bases de madera, iluminadas por focos, no son obras de arte, sino casi en colores pastel. Cada uno está hecho a mano y el primer paso es el moldeo, explica Alain: “Tenemos un molde interior que nos servirá de soporte para poner nuestra mezcla de yeso y fibras y luego lo usamos como una pelea tridimensional la cual fijamos encima de nuestras medias esferas y al movernos girando lo que parece un cuchillo se va quitando”. el exceso de material.”
Alain descubrió este gesto por primera vez en su garaje, hace nueve años, cuando era profesor e investigador de geografía. “Estaba preparando lecciones para mis alumnos y descubrí que ya no hay fabricantes en Francia y pocos en Europa, llega el fin de semana y me desafío a hacer uno a mano y de ahí se enciende un montón de luces. “
Nueve de cada diez globos terráqueos personalizados
Una vez dada la forma, el siguiente paso es el pegado de la base de la tarjeta, tira a tira, impresa con tinta negra. Luego hay que pintarlo, ese es el papel de Cécile en el taller, para eso ella “Utiliza dos pinceles, uno con el pigmento de acuarela y otro con agua porque este papel tan fino quiere absorber la pintura enseguida y hay que evitar marcas grandes”.
El globo terráqueo bajo los dedos de Cécile es un proyecto confidencial con un relojero de lujo. Un regalo personalizado, nueve de cada diez globos terráqueos que pasan bajo sus pinceles son: “Tenemos peticiones un tanto especiales, algunas poéticas, esconder los nombres de seres queridos en los océanos, viajes alrededor del mundo para viajeros frecuentes… lo hicimos para ciertos patrones de la Vendée Globe, pudimos realizar su viaje en un globo.” explica Alain Sauteur. Trabajar en un globo terráqueo personalizado de treinta centímetros, el tamaño clásico que se vende comercialmente, lleva una media de dos semanas. ¿Su precio? “Un poco menos de 2000 euros”.
Los pedidos proceden de todo el mundo, de particulares, de empresas pero también de museos: “Trabajamos con el Castillo Real de Amboise, querían un globo terráqueo para decorar la habitación de Francisco I. Fue un logro que duró ocho meses porque hicimos un mapa con los equipos del castillo para recrear un globo terráqueo en la antigüedad”. Hoy en día, la empresa fabrica una media de 300 globos al año.