lmi El 28 de noviembre de 2024, Senegal y Chad pusieron fin a las asociaciones estratégicas que los vinculaban con la antigua potencia colonial desde su independencia en 1960: el primero cerrando las bases francesas en su territorio, el segundo poniendo fin a los acuerdos de cooperación en materia de seguridad y defensa. Tras la retirada de las tropas francesas de la República Centroafricana en 2022, su salida forzosa de Mali el mismo año y luego de Burkina Faso y Níger en 2023, París pronto tendrá sólo tres establecimientos permanentes en el continente: Gabón, Costa de Marfil (donde está su las cifras sólo alcanzarán unos pocos cientos de hombres) y Yibuti (1.500 hombres).
Básicamente, estas asociaciones contribuyeron a la influencia de Francia: demostración de fuerza, escaparate comercial de material militar, espacio de entrenamiento excepcional y todoterreno. EL “ sonó » de París también confió en esta capacidad para desplegar rápidamente personal experimentado en países en crisis, como en la primavera de 2023, cuando Francia organizó en un tiempo récord la evacuación de más de 900 personas de casi 80 nacionalidades atrapadas en Jartum, en un Sudán repentinamente sumido en la guerra civil. guerra.
La salida de los 3000 hombres de la operación” Barkhane » en Mali en 2022 había firmado el fracaso del « guerra contra el terrorismo » liderado por la fuerza desde 2013 en el Sahel. Retiradas en Chad, las fuerzas francesas, en número reducido, ya no tenían brújula. El presidente Emmanuel Macron había encargado un informe al ex ministro de Cooperación, Jean-Marie Bockel, sobre las perspectivas de esta presencia estratégica. Pero, presentado el 30 de noviembre, pocas horas antes de las decisiones de Yamena y Dakar, el documento no las había anticipado.
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Presencia francesa en África, harta
Fanny Pigeaudmarzo 2020
Si no es de ayer, la denuncia del imperialismo francés y “ Franciafrique » sale de los círculos intelectuales y activistas para salir a la calle. →
Quizás lo más preocupante sea la forma que tomaron los acontecimientos. París no vio venir nada. Ninguna de sus filiales en Senegal y especialmente en Chad, cuya decisión se hizo pública pocas horas después de la visita del ministro de Asuntos Exteriores, Jean-Noël Barrot, que quedó en la oscuridad, permitió anticipar y suavizar el shock. Ya en julio de 2023, el golpe de Estado en Niamey había tomado por sorpresa el Elíseo y el muelle de Orsay. Los circuitos de inteligencia y los servicios diplomáticos siguen recopilando cierta cantidad de información. Pero, en cualquier caso, ya no surgen, bloqueados en las altas esferas del Estado, donde ahora se teme comunicarlos a un presidente cada vez más aislado. Francia también está pagando la reducción del número de sus cooperantes civiles –de 10.000 en los años 1990 a unos 700 hoy– que le daban, en tiempo real, el pulso del continente.