“Ella se fue, ¡vroom, vroom!”

“Ella se fue, ¡vroom, vroom!”
“Ella se fue, ¡vroom, vroom!”
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Un caminante descubrió una tortuga de 40 centímetros que estaba paseando en Nages-et-Solorgues, cerca de Nimes, en el Gard. Este último, una tortuga macho llamada “Chance”, no había escapado a la vigilancia de su dueño, sino que había orquestado su propia fuga.

No pasa desapercibida con sus 40 centímetros y 25 kilos mientras camina por la vía verde de Nages-et-Solorgues, cerca de Nimes, el miércoles 26 de junio de 2024. Descubierta por un caminante, fue capturada y trasladada al centro de tortugas de la asociación Tortues-Passion de Vergèze.


Chance es un reincidente, con tres fugas en su haber. Su retrato está ampliamente difundido en Internet.

© Captura de pantalla “La tortuga nuestra pasión”

Se ha lanzado un llamamiento para encontrar a sus dueños. Su retrato fue difundido en numerosas redes sociales e incluso en France Bleu Gard Lozère. Finalmente, la tortuga, muy conocida por los servicios, fue rápidamente identificada. Debajo de su plácido exterior, Chance es una tortuga macho que es reincidente. El presidente de la asociación reconoció inmediatamente al animal.

Esta tortuga debió tener algún incidente en algún momento y tiene un pequeño problema en su nariz, pudimos identificarla gracias a este signo distintivo.

Bernard Boussac, presidente de Tortues Passion

Este signo distintivo permitió confundir a Chance y traerla a casa, para deleite de su propietario, Christophe Gasc. A sus nueve años, Chance ya tiene tres fugas. Su última fuga sigue siendo, cuanto menos, espectacular.

Es una tortuga que hizo zumbido, como dicen en el Sur. Así que creo que debió haber cavado para pasar debajo de la cerca y salir.

Christophe Gasc, propietario

El propietario promete revisar toda la zona con un peine de dientes finos para evitar otra fuga. Él es consciente de que “los viajes forman la juventud. La tortuga tal vez quiera ver lo que está pasando en otros lugares y no podemos culparla por eso”..

Sin embargo, a Chance no le falta nada. Su dueño se asegura de que la tortuga esté feliz y la colma de caricias.

Escrito con Alexandre Grellier.

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