En el programa del día: Manifestación, disturbios y matanzas.

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La jefatura de policía de París tomó recientemente posesión del fuerte de Villeneuve-Saint-Georges, situado en Val-de-Marne, anteriormente ocupado por la escuela de bomberos de París desde 1966. Durante un reportaje exclusivo, el periódico Le Parisien pudo observar un intenso entrenamiento. de la policía, en el que participan la 12ª compañía de intervención y los moteros de la Brav-M.

Bajo un cielo azul brillante, las luces intermitentes de los vehículos policiales iluminan la imponente bóveda del fuerte de Villeneuve-Saint-Georges. Casi 130 agentes de policía se preparan para vivir una tarde de arduo entrenamiento, marcada por el fuerte sabor del gas lacrimógeno. Este recinto de 11 hectáreas, que ha formado a cerca de 55.000 bomberos desde 1966, es actualmente el centro neurálgico de formación de las unidades de intervención de la Dirección de Orden Público y Tráfico (DOPC).

Una nueva era de formación

Desde el 1 de enero, los bomberos de París entregaron las llaves del fuerte a la jefatura de policía, marcando un nuevo capítulo para este lugar histórico. Las fuerzas del orden, que antes se veían obligadas a entrenar a kilómetros de sus bases, ahora pueden beneficiarse de este espacio para perfeccionar sus técnicas de aplicación de la ley.

El fuerte, con su vasto y variado terreno, plazas abiertas, túneles y edificios, es ideal para simular protestas, violencia urbana e intervenciones a gran escala. Esta infraestructura también permite ejercicios específicos como asesinatos en masa o intervenciones en entornos confinados, en colaboración con el Samu.

Formación en el corazón de la acción

Bajo un sol abrasador, los 108 miembros de la 12ª compañía de intervención, equivalente a los CRS en provincia, descubrieron por primera vez las instalaciones, acompañados por 18 moteros de la Brav-M. El escenario del ejercicio está cuidadosamente preparado para probar y perfeccionar sus habilidades en condiciones casi reales.

Se lanza una manifestación ficticia en la que agentes de policía hacen de manifestantes y agentes del orden. El objetivo: mantener el orden, respetar el recorrido previsto y gestionar las incidencias. Las primeras dificultades aparecen rápidamente: en la curva de un cruce, la procesión intenta desviarse de su trayectoria. La policía debe formar una barrera firme para contener a los manifestantes.

Más adelante, la tensión aumenta. Las pelotas de tenis golpean cascos y escudos. Se ordena una carga para arrestar a los alborotadores, lo que la policía lleva a cabo con éxito y de manera brillante y los devuelve sin perder terreno. En otra simulación, los matones atacan vallas, simulando el asalto a un centro comercial. Los Brav-M, en motocicletas, rodean a los manifestantes mientras la policía a pie los empuja hacia atrás, arrinconándolos.

Gestión de crisis y adaptabilidad

El informe final destaca los desafíos encontrados y los éxitos logrados. “Era realista: no necesariamente sucede como en el papel”, subraya uno de los comisarios, satisfecho con el desempeño de las tropas a pesar del calor opresivo. Se han identificado áreas de mejora, pero se elogia el compromiso de los agentes de policía.

Los policías, a pesar del cansancio y las condiciones difíciles, aplicaron su mantra: “Disciplina, tecnicismo y profesionalismo. » Gracias a estos ejercicios intensivos, la jefatura de policía está fortaleciendo las capacidades de sus fuerzas del orden para garantizar la seguridad y protección de bienes y personas, preparadas para afrontar los desafíos del mañana.

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