Par
Editorial El Águila
Publicado el
4 de diciembre 2024 a las 17:34
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Sigue el despertar normando
El 7 de julio de 2024, a última hora de la tarde, al salir de su puesto de control en Echauffour (Orne), los gendarmes observaron que un vehículo Peugeot 106 se desviaba varias veces en la carretera. Utilizando sus alarmas sonoras y luminosas, emprendieron la persecución y observaron que el conductor al que detenían había arrojado dos paquetes.
Se recogerán estos dos paquetes, son dos tiras de resina de cannabis de casi 100 gramos. Se descubrirán otros tres idénticos escondidos debajo del asiento.
Para una fiesta en Sena Marítimo
El conductor y sus dos pasajeros, tres antillanos de 20, 21 y 23 años reconocer los hechos ante el tribunal. El conductor, un tal François (1) de 23 años, admite que fue él quien arrojó las dos placas por la ventanilla. Explica que fueron a buscar este cannabis a Aube (Orne), cerca de L’Aigle (Orne). No consume, pero era para una fiesta, cerca de Le Havre (Sena Marítimo), que iba a durar una semana y en la que todos debían traer algo.
“Mira cómo valdría la pena”
Michel (1), un pasajero de 20 años, explica que llegaron a la plaza de las Fiestas de Aube. Admite que tuvieron miedo cuando vieron a la policía. Afirma que ya no toca drogas, pero que las compró a 280 euros los 100 gramos para revenderlas durante la fiesta.
“Hubo gente que me lo pidió”. “¿Cuánto querías conseguir?”, le pregunta el presidente. “Primero quería ver cuánto me aportaría y ver después”.
Admite que había llegado a un acuerdo con François, el otro pasajero. Después llegó un tal Alain (1), de 21 años.
“En el lugar equivocado…”
“Me encontré en el lugar equivocado en el momento equivocado, pero aproveché para comprar 50 gramos que pensaba revender para comprarme ropa”, explica Alain. Admite que es usuario desde los 15 años.
Durante los registros, se descubrió en el domicilio de François un rifle de caza semiautomático del calibre 12, que afirmó haber comprado a un hombre que conoció en la calle por 200 euros. Habla de su pasado militar y de su placer al empuñar un arma.
“Hay que darle importancia a la cartera”
El fiscal Recuerda que los hechos son caracterizados y reconocidos. Calcula un beneficio, en caso de reventa, de al menos 3.000 euros. Ciertamente, los tres son desconocidos para la justicia, pero “hay que golpear la cartera”. Solicitó contra François una multa penal de 1.600 euros y una pena de prisión suspendida de seis meses, el decomiso de las sumas confiscadas y la prohibición de poseer un arma.
Un equipo de brazos rotos según su propia defensa.
Sólo lo hicieron una vez y los pillaron y bien por ellos.
Evoca un error, hombres que no son conocidos por el sistema de justicia y que presentan todos los elementos de integración social.
Sentencias suspendidas y multas
Los tres serán condenados a una pena de prisión condicional de cuatro meses además de una multa de 1 000 € no 800 € suspendido. François, como pena adicional, es condenado a dos años de prohibición de posesión o porte de armas. El tribunal hace lugar a su solicitud de exclusión del registro en el boletín nº 2 del expediente penal y ordena el decomiso de las sumas incautadas.
(1) Los nombres han sido cambiados deliberadamente.
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