Los patrones de la Vendée Globe, que zarparon el 10 de noviembre, darán la vuelta al mundo, pero no podrán navegar en todas partes, como en la “zona de exclusión antártica”.
Se trata de un “muro virtual” que seguirán durante varias semanas. En el sur del Océano Índico, los participantes en la 10ª Vendée Globe se encontrarán con la llamada zona de exclusión antártica, creada en 2016 y que sirve para reducir el riesgo de colisión con icebergs.
Esta “ZEA” es una zona marítima definida por la organización de la Vendée Globe que los patrones deben evitar bajo pena de recibir una sanción que puede llegar hasta la descalificación. Se materializa en un límite virtual al norte de la Antártida, trazado por 72 puntos GPS y destinado a mantener a los veleros alejados de los peligros del hielo a la deriva.
Evitar una colisión con un iceberg
Esta zona se estableció para preservar la seguridad de los navegadores. En 2004, el patrón Sébastien Josse fue víctima de una colisión con un iceberg en plena Vendée Globe y se vio obligado a retirarse.
Y hoy, a medida que el hielo se derrite, cada vez más bloques se desprenden de la capa de hielo de la Antártida, formando trozos más pequeños llamados “gruñidores” que pueden desplazarse a un promedio de un kilómetro por hora. Un impacto con estas piezas puede ser muy peligroso.
Para evitar colisiones, la empresa francesa CLS (Collecte Localization Satellites), filial del CNES (Centre National d’Etudes Spatiales), experto en la detección de icebergs, vigila el hielo desde el espacio. Varios satélites proporcionan a sus empleados datos que les permiten navegar por el Océano Austral.
Cabe señalar que este año la dirección de regatas decidió reducir la “ZEA” en unas 100 millas, lo que permitió a algunos regatistas destacados aprovechar las depresiones que circulaban muy hacia el sur.
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