Visitaron viviendas cuando sus ocupantes dormían

Visitaron viviendas cuando sus ocupantes dormían
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lo esencial
El tribunal de Narbona ha juzgado esta semana a tres jóvenes veinteañeros: de julio a septiembre de 2023, habían aumentado el número de “secuestros domiciliarios”, entrando en casas mientras sus ocupantes dormían para robar sus efectos personales y las llaves del coche.

Una letanía de robos. El presidente del tribunal tardará unos buenos veinte minutos en contar a cada uno de los tres acusados ​​todos los hechos que se les imputan. Mickaël, de 22 años, está acusado de haber participado en nada menos que 20 robos. Se dice que Ayoub, de 23 años, participó en 16 de ellos, mientras que El Mekki, de 21 años, participó en ocho. A esto se sumó Andréa, de 25 años, que comparecía por haber recibido bienes robados: concretamente, se había encontrado dentro de varios de los coches robados por el trío, y estaba allí cuando uno de estos vehículos fue incendiado.

Sin embargo, fue en los tres jóvenes en los que se centró la mayor parte de esta larga audiencia (casi seis horas de debate). De julio a septiembre de 2023, en Aude (Gruissan, Cruscades, Boutenac, Ornaisons, etc.), pero también en los Pirineos Orientales y Hérault, se incrementó el ahora llamado “home jacking”, un procedimiento que consiste en entrar en el domicilio de otra persona en su presencia para robar bienes. El proceso era siempre esencialmente el mismo: todo o parte del trío divisaba una casa, entraba de noche en su interior, forzando o aprovechando alguna puerta o ventana que había quedado abierta, y luego se apoderaba de diversos efectos personales. Scooter, ordenador, pistola, dinero, vales de vacaciones… La lista es larga. En muchas ocasiones, los acusados ​​también se apoderaron de las llaves del coche, dejando al volante del vehículo de los vecinos “visitados”. Se robaron un Mercedes, un BMW e incluso un Skoda.

La detención de Ayoub pondrá fin a esta larga serie (aunque bastante breve) de robos y permitirá identificar a los otros dos sospechosos. En la audiencia se realiza una minuciosa revisión de cada una de las presuntas faltas, con el fin de establecer en cada ocasión la implicación de uno u otro. Problema: salvo algunas fechas en las que se reconocen culpables (en particular, el robo de armas), Mickaël y Ayoub no cooperan. El primero, con la voz apagada, a menudo resulta ser mudo, mientras que el segundo minimiza regularmente su responsabilidad, cuando no sufre directamente una pérdida de memoria. “No di ninguna instrucción” ; “Estuve allí, pero no puedo decirte lo que hice” ; “No me acuerdo” ; “Es posible, eso me dice algo…”

Esta actitud acabará molestando al fiscal, que no dejará de mencionarla al inicio de sus solicitudes. “El derecho al silencio es algo sumamente importante, pero la verdad siempre se dice muy claramente y en este caso, cuando una apariencia de verdad choca contra la pared, todavía tenemos un sentimiento de oportunismo”. Invitado a expresarse, Mickaël (nueve menciones en su palmarés) se describirá como un “niño de la calle”, afirmando que sus hermanas lo echaron de su casa cuando tenía 13 años. Ayoub, ya condenado cinco veces, expresará sin embargo un largo mea culpa. “Todo esto no fue premeditado, necesitaba dinero. Acepto mi error, estoy preso por eso”.indica el hombre que ahora es padre de gemelos de 2 años. “Suena huecoreplicará la fiscalía. No puedo hacerlo, no puedo imaginarte afuera.”.

Hasta 6 años de prisión

Al igual que los dos abogados de varias víctimas de parte civil, el fiscal insistirá en el carácter “traumático” de extraños irrumpiendo en tu casa en medio de la noche. Y pedir 6 años de prisión para Ayoub, 5 para Mickaël y 2 para El Mekki. El abogado de estos últimos, Philippe Calvet (abogado de Narbona), subrayará que estos “secuestros a domicilio” siempre se han producido “sin violencia”. “¿Merece 2 años? No lo creo, para un hombre que nunca ha sido condenado por delitos contra la propiedad y siempre ha colaborado en esta investigación”. En representación de Ayoub, Me Mathieu Montfort (bar de Montpellier) recordará que “Todo acusado tiene derecho a guardar silencio, a no responder preguntas, y nadie puede culparlo por ello”. Tomando aquí también, en cierto modo, la defensa de Mickaël, que no contaba con abogado. Por lo demás, abogará por la libertad de su cliente por ciertos hechos no claramente establecidos, y por una pena de “semilibertad”. Aparte de algunas absoluciones parciales, el tribunal seguirá las exigencias de la fiscalía: El Mekki es condenado sin embargo a dos años de prisión, incluido un año de suspensión de la libertad condicional. En cuanto a Andréa, recibió una pena suspendida simple de 9 meses.

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