La inestabilidad meteorológica de la primavera y las incidencias climáticas del primer día de mayo provocaron un retraso en la floración que hacía presagiar una cosecha repartida en el tiempo.
El año 2024 está definitivamente lejos de ser un río largo y tranquilo para los viticultores, como informa el Bureau Interprofessionnel des Vins de Bourgogne en un comunicado de prensa. La lluvia casi omnipresente requiere trabajo esclavo en el viñedo para contener la vegetación y el moho. Sin embargo, la moral se mantiene alta, con una flor que se está desarrollando bastante bien, aunque, del norte al sur de Borgoña, se prolonga durante casi dos semanas.
El clima esta primavera es de lo más inusual. La última década de abril es especialmente fresca, acompañada de varias noches de heladas. Mayo continúa fresco, a pesar de un pequeño período más templado entre el 10 y el 13 de mayo. Luego, las temperaturas continúan fluctuando alrededor de lo normal hasta finales de mes y los primeros días de junio.
Las temperaturas comienzan a subir a partir del 5 de junio. Esto favorece las primeras flores que observamos a partir de esta fecha, en sectores tempranos. Estas se benefician del mantenimiento del clima estacional, con temperaturas ligeramente por encima de lo normal: la floración es rápida.
Las zonas menos tempranas experimentan el regreso de temperaturas más frescas a principios de la segunda década de junio: el desarrollo de la floración se ralentiza. El aumento brusco de las temperaturas a partir del 17 de junio permitirá un buen desarrollo de la floración.
En toda Borgoña, la fase de floración media estimada es cercana a la observada en 2019 o 2021. Algunos hablan de que la cosecha comenzará entre el 8 y el 10 de septiembre. Un poco antes para el Crémant de Bourgogne y los primeros sectores.
