La estación Saint-Denis-Pleyel, joya del metro del Gran París, del proyecto a la realidad

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Estación de Saint-Denis-Pleyel, en Saint-Denis (Sena-Saint-Denis). KENGO KUMA Y ASOCIADOS / MICHEL DENANCÉ

Es un eufemismo decir que se esperaba. Estratégica en los Juegos Olímpicos, la estación Saint-Denis-Pleyel es a la vez el proyecto emblemático del Grand Paris Express, un importante centro destinado a conectar las líneas 14, 15, 16 y 17 de la red, así como sus primas D y E del RER, y su joya más preciada. Las imágenes realizadas por la agencia del japonés Kengo Kuma, ganadora del concurso internacional de arquitectura convocado para estos centros en 2013, presentaban el edificio como un entrelazamiento de volúmenes angulares y asimétricos enmarcados por una cortina de finas columnas de madera, ligero como una casa de tarjetas. En las imágenes del proyecto, una luz cálida emanaba de él por la noche, respirando una suavidad y un refinamiento sin precedentes en el paisaje agreste donde se insertaba, entre las vías del tren y el cruce Ornano-Pleyel, en Saint-Denis (Sena-Saint -Denis). Masivamente publicitadas, estas representaciones han forjado en los últimos años una cara muy amable en el Grand Paris Express. Mientras las tuneladoras abrían los sótanos de Ile-de-France, mientras los promotores saturaban el horizonte de las futuras estaciones con programas de viviendas y oficinas, cubrieron este proyecto faraónico de un aura casi mágica.

¿Qué es en realidad cuando Emmanuel Macron debería inaugurar la estación Saint-Denis-Pleyel el lunes 24 de junio? La silueta que emerge de la parte occidental de Saint-Denis se distingue por sus volúmenes apilados (en cuatro niveles) con ligeros desplazamientos, como fuelles encajados uno dentro del otro. Un gran escalón que sube suavemente desde una explanada muy mineral, aunque con pequeños árboles, una rampa que la prolonga en sentido contrario para llegar, a 9 metros del suelo, a la entrada de la estación y a la pasarela que conduce al RER. La entrada le da cierta dinámica. Pero el efecto es visual. Las cajas pueden encogerse a medida que se eleva, girar unos grados una sobre otra, sobresalir, envolverse en sobres en forma de origami, todo en líneas discontinuas, la estructura ortogonal no se encuentra. Su masividad devuelve al registro del espejismo la ligereza que nos vendían las imágenes.

Un personaje retrofuturista

La calidad de la madera, la firma de Kengo Kuma que parecía formar la identidad del proyecto, también se diluyó entre la representación 3D y el trabajo duro. La fachada está bien marcada por sombrillas de roble (laminadas encoladas, sin tratar), pero dominan el vidrio y el metal. En cuanto a la estructura, lógicamente para un proyecto de estas características, es de hormigón y acero. Estos cambios de percepción podrían parecer anecdóticos si la imagen no jugara un papel tan importante en la selección de proyectos a través de concursos y en la comunicación política. Kuma no es responsable de la situación. Sólo desempeña su papel en un sistema que empuja a los arquitectos a producir imágenes cada vez más fantasiosas, a riesgo de devaluar la arquitectura como tal. Esto no debería oscurecer las verdaderas cualidades de su trabajo.

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