Es una auténtica bomba en la escena política internacional. La CPI, la corte penal internacional, emitió el jueves una orden de arresto contra Benjamin Netanyahu por crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra. En teoría, los 124 Estados miembros de la CPI tendrían que arrestar al Primer Ministro israelí si se encuentra en su territorio. Si los Países Bajos ya han anunciado que aplicarán esta orden de detención, Bélgica hasta ahora ha guardado silencio. ¿Espera un discurso claro de Bélgica? ¿Debería estar dispuesta a arrestar a Netanyahu?
¿Qué riesgo corre Bélgica si no aplica esta orden de detención?
Nada. En teoría, los 124 estados miembros del tribunal están obligados a arrestar al primer ministro israelí si visita su territorio. Pero si no lo hacen, no arriesgan nada ya que, en realidad, este tribunal no tiene poder de ejecución.
Una sentencia que no es vinculante
La aplicación de sus decisiones depende únicamente de la buena voluntad de sus Estados miembros. Como la CPI no tiene poder sancionador, no puede obligar a sus Estados miembros a respetar sus decisiones. Y además algunos no se privan de ello. Ejemplo con el ex presidente de Sudán, Omar el-Bechir. Bajo orden de arresto desde 2010 por crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y genocidio, visitó Sudáfrica, que no lo arrestó, a pesar de que el Estado ratificó el Estatuto de Roma. Y Sudáfrica nunca ha sido sancionada.
De hecho, por lo tanto, la orden de arresto contra Benjamín Netanyahu tiene pocas posibilidades de conducir a su arresto. Esto podría reducir sus viajes al extranjero, ya que tendrá que evitar países dispuestos a respetar la orden de arresto de la CPI.
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