El Imperio de Marruecos en África y su frontera sur documentado en los archivos de 4 países europeos

El Imperio de Marruecos en África y su frontera sur documentado en los archivos de 4 países europeos
El Imperio de Marruecos en África y su frontera sur documentado en los archivos de 4 países europeos
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Empecemos presentando tres mapas antiguos del mundo (Ver galería de fotos). En los archivos de los países europeos, los sucesivos geógrafos han trazado las fronteras del Reino de Marruecos desde el siglo XV hasta la actual Mauritania. Toute la partie territoriale au cœur aujourd’hui du conflit artificiel avec le voisin de l’Est, à savoir la région de Boujdour et de Laâyoune-Sakia El Hamra, et Es-Semara, apparaissent dans plusieurs planches comme relevant de tout temps du Royaume de Marruecos. Así, el cartógrafo genovés Bartolomeo Pareto publicó en Italia un mapamundi en 1455 (“Mapa portulano que representa la fachada oriental del océano Atlántico Norte, las Azores, las Canarias y las costas de Irlanda, Portugal y Marruecos”, Archivos de Portugal, facsímil en el BNF), donde Marruecos está bien arraigado en su territorio sahariano y atlántico. En el mapa encontramos el área territorial marroquí de Bugeder (Bojador), que se extiende muy por debajo de las Islas Canarias en el Sáhara Occidental y, naturalmente, forma parte del Reino.

En 1489, un geógrafo anónimo publicó cartas de navegación sobre Marruecos en Portugal, recopiladas posteriormente por un coleccionista en el “Atlas Cornaro”, que resurgió en Europa en 2011 en el BNF. Allí encontramos, 35 años después del de Bartolomeo Pareto, el mapa actualizado de los primeros exploradores europeos que se acercaron a la costa atlántica marroquí. El mapa muestra, como el primero, que todo el territorio sobre el que Argelia mira nunca ha sido otro que el marroquí y siempre ha formado parte estratégica del Reino. Observamos que la línea de conocimiento de los geógrafos ahora desciende dentro de Mauritania, y el poder del sultán se extiende cada vez más.

Un tercer mapa, sin duda el más importante, situado en la frontera sur, muestra que hacia el siglo XVII Mauritania pasó a formar parte definitivamente del Reino de Marruecos (Colección Anville, Archives de France, principios del siglo XVIII). Su autor Jean-Baptiste d’Anville traza las fronteras del Reino de Marruecos más allá de Cap Blanc en Mauritania, región que dará origen a la ciudad de Nouadhibou y se convertirá en la capital económica del vecino del sur. La continuidad territorial va en aquella época, según este mapa, desde Tánger hasta tierras africanas bajo la tutela de una autoridad real marroquí ininterrumpida hasta el siglo XIX. Esta autoridad de Marruecos sobre África Occidental está bien documentada. Lo encontraremos descrito en particular en un relato de viaje germánico en 12 volúmenes, traducido al francés por Berenger: “Géographie de Büsching. África y las islas que dependen de ella (…) decoradas con un resumen de la historia de cada Estado”, Fondo Regional de Borgoña. Publicado en alemán en Lausana entre 1776 y 1782 por un tal Anton Friedrich Büsching, geógrafo y filósofo luterano, es el primer testimonio escrito de análisis de alta calidad sobre la expansión del “Imperio de Marruecos” (así lo designa el autor) en África, que hundió sus raíces hasta Guinea, abarcando Senegal, Mali y cuya influencia llegó hasta Costa de Marfil. El Sultán de Marruecos es llamado en África según esta fuente: “Emperador de África y Rey de los cuatro reinos”. Descubrimos en el capítulo titulado “Imperio de Marruecos” la forma en que África Occidental era administrada por los sultanes marroquíes: “El jefe del Reino de Marruecos toma el título de Emperador de África, Rey de los Cuatro Reinos, Señor de Gago y Dahra (estos dos antiguos territorios forman el actual Burkina Faso), y de Guinea, gran sheriff del profeta. Su voluntad hace una ley sagrada (…) Sus ingresos son grandes: no tiene dominios particulares, todo el imperio es su dominio. Los estados están gobernados por Kaïds (caids) o Al Faquis (fqihs) a quienes abandona los ingresos de sus gobiernos y recibe anualmente de ellos sumas considerables; cuando los gobernantes mueren, se apodera de sus bienes y los entrega con responsabilidades civiles o militares a los hijos capaces de ejercerlas, cría a los que aún son niños, casa a sus hijas.» (pág.323-324)

Esta narrativa ya presenta a Marruecos como un centro internacional para el comercio europeo en esta parte del mundo. Los holandeses, ingleses y franceses pagan una tarifa comercial a los sultanes y utilizan los circuitos financieros y de transporte del Imperio Cherifiano: “Los comerciantes también compran caro el derecho a comerciar y el de traer mercancías extranjeras: los franceses, los ingleses, los holandeses trafican (en el sentido de hacer negocios) muchos en este estado; traen allí sábanas y otros bienes de sus fábricas; los cambian por cuero, glasto, azúcar, aceite, oro y cera: tienen cónsules en algunas de estas ciudades”. (págs. 324-325)

Sobre la tolerancia religiosa en el Imperio de Marruecos: “Mahometismo (Islam) es la religión de los habitantes, pero difiere en algunos puntos de la doctrina de los turcos: sostienen que las decisiones de los primeros califas, de los intérpretes de la ley, son sólo tradiciones, que no tienen fuerza ni autoridad (…) Tienen también algunas costumbres diferentes a las turcas: los turcos, por ejemplo, prohíben la entrada a sus mezquitas a quienes no sean musulmanes, y ellos en el imperio de Marruecos permiten que judíos, cristianos, asistan a sus ceremonias, a sus asambleas, a sus solemnidades; estas pequeñas diferencias hacen que traten a los turcos como a aquellos que no son de su religión.” (325-326)

Los vínculos entre Marruecos y África se caracterizan por un buen crecimiento económico regional, que el autor alemán elogia: “imperio que produce cien veces más de lo que sus habitantes pueden consumir» (p.326) escribe, y una gestión generosa y moderna que pone como ejemplo para las naciones citando las reservas de trigo para cinco años que los sultanes de Marruecos almacenaron para África, o la fertilidad y diversidad de las tierras agrícolas que proporciona varias cosechas al año: “La moral y las costumbres difieren en los distintos reinos que componen este imperio de Marruecos; el suelo está casi en todas partes intercalado con llanuras y montañas, que la fertilidad es muy grande, ya que proporciona tres cosechas de diferentes producciones cada año, y puede producir, dicen los exagerados, cien veces más de lo que los habitantes pueden consumir: es verdad que la mayor parte de la tierra permanece sin cultivar (barbecho). No se permite la exportación de trigo y se mantiene bajo tierra suficiente para alimentar a la gente durante cinco años. El imperio es rico en miel, cera, lana, algodón, jengibre, azúcar, índigo, etc..” (p.326) Un Edén africano: “Los valles y laderas de las montañas son abundantes en frutos, las montañas están cubiertas en su mayor parte de árboles y pastos.» (p.327)

Vemos que desde hace al menos 569 años, el Sahara es una región totalmente dependiente del Reino. La lógica misma de la expansión de Marruecos en África exige rutas de paso entre el Norte y el Sur, que estaban aseguradas desde la costa atlántica, desde las carreteras de Tafilelt a Guinea. Un hermoso imperio reconocido y temido por todos, magnánimo y justo con sus poblaciones, del que podemos estar orgullosos.

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