El Château Voltaire, ubicado en el 55 de la rue Saint-Roch, entre la Ópera Garnier y el Jardín de las Tullerías, encarna un hotel de 5 estrellas discreto y refinado. Diseñado por el fundador de Zadig & Voltaire, Thierry Gillier, y realzado por el dúo de arquitectos Festen, este establecimiento combina el encanto histórico de tres edificios de los siglos XVII y XVIII con una elegante modernidad.
A pocos pasos de la Place Vendôme, el Castillo Voltaire Es un hotel íntimo que tiene muchas ventajas. Este hotel de lujo, resultado de la fusión de tres edificios de los siglos XVII y XVIII, ofrece una experiencia única que combina refinamiento e intimidad. Su 32 habitacionesuno de los cuales ático suite con una terraza verde, encarnan una visión contemporánea de los hoteles de lujo, lejos de los estándares habituales. Cada habitación, diseñada como un capullo, combina materiales nobles, volúmenes respetados y detalles cuidados, ofreciendo una auténtica sensación de exclusividad.
El proyecto, dirigido por el director artístico Franck Durand y el dúo de arquitectos Festen, requirió cuatro años de trabajo para reunir tres edificios que datan de los siglos XVII y XVIII. Cada elemento de este hotel está diseñado para preservar la historia y al mismo tiempo agregar un toque contemporáneo. A su llegada, la tónica está marcada: la bienvenida se produce en un salón íntimo, donde la elegancia del lugar invita a un momento de relajación antes de acceder a las habitaciones, guiado por una alfombra decorada con hojas doradas de laurel.
con solo 32 habitaciones y suitesalgunos de los cuales ofrecen volúmenes únicos o vistas impresionantes de la Avenue de l’Opéra, el Château Voltaire favorece un enfoque íntimo. Cada habitación ha sido diseñada como un capullo, con materiales nobles, decoración sobria y equipamiento pensado para el máximo confort: un generoso minibar, sofás, escritorio y lujosos baños. Mención especial a la habitación nº 47, un auténtico ático, con una terraza verde diseñada por el paisajista Louis Benech. Con sus árboles frutales y sus hierbas silvestres, ofrece la rara impresión de estar en una casa de campo en el corazón de París.
El Castillo Voltaire no se detiene en el alojamiento. Las zonas comunes, cuidadosamente diseñadas, están pensadas para prolongar esta experiencia de lujo discreto que nos hace sentir como en casa. la barra La concha doradacon su atmósfera sobria, rinde homenaje a la historia del lugar, siendo su fachada del siglo XIX clasificada como monumento histórico. Antiguamente el símbolo de una popular boutique o cabaret, ha sido cuidadosamente restaurado para conservar su encanto de época. Este bar te invita a descubrir cócteles clásicos neoyorquinos, como el Manhattan o el Old Fashioned, en un ambiente acogedor, entre cuero y terciopelo.
La Brasserie Emilpor su parte, seduce por su elegante sencillez. Inspirándose en las brasseries parisinas, ofrece una cocina centrada en productos típicamente franceses: huevos de mimosa, pescado, caracoles o clásicos de la gastronomía francesa. Es una dirección que atrae tanto a turistas como a parisinos que buscan un lugar cálido y gourmet, abierto las 24 horas, los 7 días de la semana.
Para completar la experiencia, el sótano alberga un spa exclusivodonde los huéspedes podrán privatizar el espacio para una hora de relax. Este refugio de bienestar incluye piscina, sauna y hammam, que ofrece un descanso de lujo del ajetreo y el bullicio de París.
El Castillo Voltaire Destaca también por su respeto por la historia y el patrimonio. El cartel histórico “En la Concha Dorada“, fotografiada a principios del siglo XX por Eugène Atget, ha sido cuidadosamente restaurada, lo que demuestra la importancia concedida a cada detalle. Esta sensibilidad hacia la historia se encuentra en el enfoque arquitectónico del dúo Festen, que supo jugar con el contrastes entre tradición y modernidad, resaltando los volúmenes originales y realzándolos con elementos contemporáneos.
Más que un simple hotel, el Castillo Voltaire es una hermosa declaración de amor por París, su historia y su elegancia. Cada espacio, ya sean las habitaciones, las zonas comunes o el restaurante, parece contar una historia, la de un lugar diseñado para reunir, compartir y celebrar el arte de vivir francés. Es un lugar que nos invita a frenar, a disfrutar de los placeres sencillos en un ambiente elegante y a redescubrir París desde una nueva perspectiva, la del lujo íntimo y accesible.