Fue una semana de crónica criminal donde el horror y la banalidad se entrelazan. Durante unos días, a finales de octubre y principios de noviembre, se sucedieron tragedias relacionadas con el tráfico de drogas de un lado a otro de Francia. Un niño de 5 años herido en la cabeza por una bala perdida en Rennes; un joven de 18 años y otro de 22 asesinados durante dos ataques cerca de discotecas en Drôme; Un chico de 15 años murió de un disparo en la cabeza frente a un kebab en Poitiers.
Estos hechos sirvieron de detonante para una comunicación política marcial del Ministro del Interior, Bruno Retailleau, describiendo “punto de inflexión” la situación francesa en materia de tráfico de drogas. Una declaración de urgencia, reforzada con nuevas palabras combinadas (“narcoescoria”, « narco-enclaves »), luego anuncios, el viernes 8 de noviembre, destinados a actualizar el arsenal jurídico para luchar contra el crimen organizado.
¿Fue esta semana de otoño un punto de inflexión por sí solo? En realidad, los elementos estadísticos y los análisis de investigadores especializados perfilan los contornos de una situación que en los últimos años se ha ido descontrolando progresivamente. Las organizaciones criminales están ampliando su influencia territorial hasta superar los límites de la crueldad, en el contexto de un mercado ilícito en auge, impulsado por una mayor demanda, en particular de productos estimulantes.
Leer también | Artículo reservado para nuestros suscriptores. Narcotráfico: el dúo Retailleau-Migaud acuerda un plan completamente represivo
Leer más tarde
“El importante deterioro de la situación está marcado por la violencia ligada al rápido aumento del tráfico y a una altísima disponibilidad de estupefacientes”analiza Christian de Rocquigny, jefe interino de la Oficina Antinarcóticos (Ofast). Subraya, haciéndose eco de las notas de los servicios especializados, que “Este deterioro se produjo en el momento en que la cocaína inundaba masivamente la costa atlántica”con incautaciones de 5,6 toneladas en 2013, 17 toneladas en 2017, 26 toneladas en 2021, antes de una cifra récord prevista para el año 2024.
Por lo tanto, desde hace más de diez años la influencia del tráfico de drogas ha adquirido una escala sin precedentes, reforzada, en el período posterior al Covid-19, por el desarrollo de los métodos de venta a distancia y el auge de las drogas sintéticas. “Paralelamente al ingreso de cocaína, que genera ganancias récord, también han llegado a nuestro territorio nuevos métodos criminales más violentos”continúa el señor de Rocquigny. A “palanca” progresivo, ya documentado, que ha encontrado, en los últimos meses, una particular aceleración a medida que los protagonistas de la trata ganan fuerza.
Te queda el 69,86% de este artículo por leer. El resto está reservado para suscriptores.