“En Vaucluse, muchos agricultores sufren y se cuestionan. No quieren detener su actividad, no quieren arrancar sus viñas ni abandonar sus tierras. Antes de que se rindan, debemos acompañarlos. No tenemos ningún derecho a renunciar. .”
Esta clara observación está firmada por Georgia Lambertin, presidenta de la Cámara de Agricultura 84. Es en este contexto de crisis, alimentada por episodios climáticos violentos recurrentes, que un panel de actores públicos desea llevar esperanza a través del lanzamiento de la Res’ Programa Mab (Por la resiliencia y “El hombre y la biosfera”), liderado por el Centro de Ciencia y Tecnología Forestales de Cataluña, que reúne a diez socios de siete países mediterráneos, con el objetivo de fortalecer la resiliencia de las reservas de biosferas de la UNESCO. Una red a la que se unen el Parque Natural Regional del Mont Ventoux -donde las precipitaciones se han cuadriplicado entre 2022 y 2024- y la denominación de origen de vino AOC Ventoux.
“Estar de pie no funciona”
La Unión Europea inyecta así cuatro millones de euros, incluidos 510.000 euros dedicados a Vaucluse, para transformar estos espacios en “laboratorios vivientes”, aprovechando las interconexiones entre el agua, la energía, los alimentos y el ecosistema.
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