El castaño negro de Mauges y Vendée, un tesoro rescatado del olvido

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Marine y Benoît Huntzinger relanzaron la producción de castañas en Mauges, en la granja Blottières, en Chemillé-en-Anjou (Maine y Loira), el 17 de octubre de 2024. LAURENT COMBET

En Melay (Maine y Loira), al pie de la cruz de los mártires, todo el mundo conoce al Viejo. Con su asiento augusto y sus grandes brazos descarnados que desafían al cielo, este viejo castaño existe desde hace 500 años. Antiguamente, el bocage de Mauges y Vendée estaba cubierto de estos árboles que proporcionan castañas negras. Según la leyenda, sus frutos sirvieron incluso como alimento de emergencia para las poblaciones hambrientas durante las guerras de Vendée.

Cuando llegó a Chemillé-en-Anjou en 2018, Benoît Huntzinger, que hoy tiene 46 años, no era consciente de todo esto. Ni siquiera había visto los cinco viejos ejemplares de castaños que bordean el camino de herradura de su finca. Este hombre neorrural con hombros de leñador, graduado en la escuela agrícola de Beauvais (Oise) en 1999, hasta entonces sólo había conocido el mundo bancario. En Bretaña, puso en marcha planes de financiación para los agricultores y las empresas agroalimentarias. Hasta que el llamado de la tierra se impuso a él y a su esposa Marine.

La granja Blottières, situada en un entorno verde en el corazón de la campiña del Bocage, les llamó inmediatamente la atención. Ya llevaba treinta años siendo ecológico y sus propietarios vendían su carne directamente a París. Los Huntzinger, apasionados por la historia y el patrimonio local, acaban de añadir vacas de Nantes al rebaño de limusinas e importaron a las praderas circundantes ovejas Belle-Ile, una variedad en peligro de extinción.

“Recursos gratuitos”

De las cien hectáreas de la finca, setenta y cinco están cubiertas de exuberantes praderas donde estos rumiantes pastan tranquilamente. El resto se siembra en espelta, pequeña y grande, y en lentejas, que los propios Benoît y Marine Huntzinger comercializan en diversas formas. El matrimonio llevó su curiosidad más allá y se puso en contacto con la red Arbre (Agricultores respetuosos de la biodiversidad y las riquezas del medio ambiente) para establecer un diagnóstico de biodiversidad de su explotación. El técnico destacó la presencia de ajos silvestres y castañas negras en la propiedad. Una revelación.

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“Queremos basar el modelo económico en una producción diversificada que valore toda la riqueza que se pone a nuestra disposición”explican estos “NIMA” (no del sector agrícola), para usar una sigla común en el campo. Los primeros 80 kilos de castañas negras recolectadas acabaron en nata y los ajetes en pesto. A los clientes les encantó.

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