Cuando el teatro se encuentra con el circo y la danza.

Cuando el teatro se encuentra con el circo y la danza.
Cuando el teatro se encuentra con el circo y la danza.
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Con su extraño título, esta obra lúdica y muda de una hora de duración en la que los actores y acróbatas Vincent Jutras y Éline Guélat utilizan objetos cotidianos para transformarlos hábilmente en accesorios escénicos pretende ser un homenaje a la creatividad y al juego. comprenda al final escuchando la voz del locutor André Stern, cuál es la mejor manera para que un niño aprenda.

El juego que consiste en aprender lo que es el aire en la respiración, ilustra a Stern con estas palabras que escuchamos después de haber visto durante varios minutos a Jutras y Guélat divertirse con objetos cotidianos transformándolos, haciendo malabarismos con ellos, utilizándolos en sus acrobacias. Porque se trata de una obra de circo: son juegos malabares que los dos artistas realizan con plátanos, teléfonos móviles, latas y otros objetos colocados en los escritorios que regresan durante su actuación.

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El skate, deporte practicado por Vincent Jutras, aparece regularmente en las cifras presentadas en este trabajo de la empresa La Croustade. (Caroline Grégoire/El Sol)

en una patineta

Los dos actores también se convierten en acróbatas, bailarines y contorsionistas cuando realizan diversas maniobras juntos o solos. También hay innegables cualidades atléticas que se demuestran cuando Jutras, un artista proveniente del mundo del skate, mezcla el skate con sus actos y Guélat lo acompaña. Acrobacias sobre un tablero, sobre dos tableros superpuestos, por parejas sobre un tablero o por parejas sobre un tablero sostenido por su borde. Éline Guélat incluso lo probó con éxito con tacones altos después de realizar algunos pasos de baile en la pista con sus zapatos de tacón.

Un peso que cae del techo se convierte en pretexto para diversas situaciones, convirtiéndose a su vez en compañero de un ejercicio de meditación o en accesorio de una escena representada a cámara lenta. El dúo también se divierte con situaciones cotidianas, como darse una ducha (el skate también forma parte de ella) o el famoso plegado de las sábanas cuando llega la sábana bajera “maldita”. Expertos en sacar a relucir el elemento cómico de una situación completamente banal, los dos artistas de La Croustade la convertirán en un ejercicio circense. Las sábanas también se convertirán en un disfraz que Guélat usará para disfrazarse de fantasma, ¡como un niño en una pijamada!

Y para concluir la velada, las sábanas se convierten… en una marquesina bajo la cual los artistas invitan al público a disfrutar de las galletas (sí, sí, las hay de verdad, pero ten por seguro que no se estropean) y a charlar un rato. un poco con él en un pequeño ejercicio muy lindo. Aunque la obra, por supuesto, atraerá al público joven, fue creada sobre todo para invitar al público adulto a dejarse llevar y encontrar al niño que hay en ellos. Misión cumplida y apostamos a que volveremos a ver La Croustade en Quebec.

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