¿Qué queda hoy de la primera Vendée Globe?
Sus fundamentos no han cambiado. La base es un barco propulsado por el viento y el navegante. Todo se hace con la fuerza del brazo. Dan la vuelta al mundo, prácticamente por la misma ruta. Están solos en el océano. En noviembre de 1989, ocho días antes de la partida, nadie lo sabía excepto nosotros, nuestras familias y nuestros equipos. Evidentemente no existía ningún “pueblo Vendée Globe”. La locura comenzó de una manera increíble, nada más llegar. Para mí debían ser alrededor de las dos de la madrugada. Había más de 5.000 personas en los muelles: tuvo un impacto, un éxito mediático sin precedentes en el mundo de las regatas oceánicas. Y, curiosamente, no se ha negado. Hoy en día hay todo tipo de competiciones, pero la Vendée Globe sigue siendo considerada la cumbre.
En 35 años, ¿cuáles han sido los principales avances?
Hoy en día existen muchas más normas, está en consonancia con los tiempos. El nivel de rendimiento de los veleros y su fiabilidad no tienen comparación. Pero lo que más ha cambiado es la comunicación. Hoy, a bordo de un barco de la Vendée Globe, envían vídeos y elaboran cuadernos de bitácora para los medios de comunicación. En mi época el único medio de comunicación que teníamos era la radio. Funcionó cuando quiso funcionar. Y así me vino muy bien. Antes de la primera carrera, la organización dijo que sin comunicación seríamos olvidados. Nos íbamos tres meses, cinco meses, no lo sabíamos. Se planteó la idea de pasar cerca de determinadas islas para poder tirar una cinta de vídeo que habríamos rodado a bordo. Le dijimos al organizador: “Si pones controles, harás la carrera solo”.
En 1990, ganó la Vendée Globe y la Ruta del Ron en monocasco. Entonces dejaste de competir. Para qué ?
Me descubrí como marinero mientras navegaba con Eric Tabarly. Yo también quería ser capitán. Así que busqué patrocinadores, hice carreras y gané varias. A partir de ahí retomé mi vida con los pinceles. Las regatas oceánicas fueron un episodio muy breve de mi vida, pero muy publicitado. El único evento del que me ocupo hoy es el que creé con mi amiga Florence Arthaud, el Trofeo Julio Verne. En esta carrera no hay estándares y eso es lo que nos gustó. Puedes llegar hasta allí con un barco de 100 metros o un barco de papel.
¿Seguiste navegando después de que terminaron las competiciones?
De vez en cuando, pero nunca he navegado por placer. No se me ocurriría pasar un fin de semana en el agua. Un barco es una herramienta para llegar de un punto a otro. Preferiblemente al otro lado del océano.
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