“Una colmena. » Así describe un alto dignatario del reino la atmósfera que reina en el ecosistema marroquí en vísperas de la llegada de Emmanuel Macron a Rabat. El signo de que esta visita de Estado también se pondrá bajo el signo de los negocios. Un centenar de empresarios, entre ellos la mayoría de los jefes del CAC 40, deberían acompañar al jefe de Estado francés. Están previstas nada menos que dos secuencias de firma de contratos: una a partir de mañana y otra el martes. Si el Elíseo se niega a revelar su contenido, pone de relieve las necesidades del reino en materia de infraestructuras, sobre todo porque el país es el organizador de dos grandes eventos: la Copa Africana de Naciones el año próximo y la Copa Mundial de la FIFA en 2030.
De manera más general, los actores económicos marroquíes y franceses muestran el mismo deseo de poner fin a años de discordia y fortalecer los vínculos. No es que se hayan roto en los últimos años. A pesar de la disputa político-diplomática, Francia ha logrado mantener su posición como primer inversor extranjero directo en Marruecos: en 2022, los flujos de inversión franceses alcanzaron los 2.100 millones de euros, un aumento notable respecto al año anterior. En total, el comercio entre ambas naciones ascendió a 10.500 millones de euros en 2023, lo que convierte a Francia en el segundo socio comercial del reino, justo detrás de España. Más de 1.300 empresas francesas están presentes, entre ellas los dos gigantes de la industria del automóvil, Renault y Stellantis. Sin embargo, hoy la ambición es (re)acelerar, reconfigurar esta asociación económica para darle aún más sustancia y profundidad.
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Bloqueo psicológico levantado
Por tanto, uno de los grandes retos de esta visita de Estado será la capacidad de Francia de apoyar a Marruecos en sectores estratégicos como la movilidad, la transición ecológica, la energía, la tecnología e incluso la defensa. La primavera pasada, París ya levantó una barrera psicológica esencial al autorizar a la Agencia Francesa de Desarrollo y a su filial Proparco a financiar proyectos en el Sáhara Occidental. Esta decisión fue percibida por Rabat como una cambiador de juego para numerosos proyectos de infraestructura y desarrollo, en los que la calidad de la financiación juega a menudo un papel determinante frente a una competencia cada vez más agresiva, en particular de los nuevos actores asiáticos.
¿Será esta evolución suficiente para que Emmanuel Macron regrese de Rabat el miércoles después de haber superado el listón simbólico de los 3.000 millones de euros en contratos firmados, el mismo que superó Nicolas Sarkozy en 2007? Del lado marroquí, los operadores económicos como el gobierno ponen mucho más énfasis en la “creación de valor común” de los proyectos que en las cifras. Además, los hechos parecen confirmar esta posición. Los equipos de negociadores de empresas de ambos países estarían discutiendo intensamente en esta recta final para tomar una decisión sobre algunos proyectos importantes.
Aún. Este viaje también debería ser uno de grandes negocios. Airbus podría beneficiarse en particular de las dificultades que atraviesa Boeing en un momento en el que la compañía Royal Air Maroc está inmersa en un amplio programa de ampliación de su flota. Esto todavía afecta a 188 dispositivos. La filial Airbus Helicopters del grupo aeronáutico también pudo ver cerrado el pedido de entre 12 y 18 Caracals durante esta visita. Las negociaciones están ya muy avanzadas y el contrato podría suponer entre 600 y 800 millones de euros.
También en el sector de la defensa, Marruecos, que no dispone de submarinos, podría optar por equipamiento francés. Aunque el alemán TKMS fue el primero en contactar para este mercado, el Grupo Naval, líder francés en la construcción naval de defensa, se encuentra hoy en una posición más que favorable.
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Queda, por supuesto, el “elefante en la habitación” y la cuestión multimillonaria: la ampliación de la línea de alta velocidad Rabat-Marrakech-Agadir, por la que Francia competiría con China. En 2007, el contrato del TGV Tánger-Rabat fue ganado por las fuerza por Nicolas Sarkozy, quien torció el brazo del Tesoro para que concediera condiciones de financiación excepcionales a Marruecos. Dado el ajustado presupuesto francés actual, reproducir tal acuerdo parece muy comprometido en esta etapa. Sin embargo, Alstom podría solucionar esta dificultad aumentando su presencia industrial, particularmente en la región de Fez, donde el fabricante ya ha invertido mucho en cableado y determinados equipos eléctricos. Claramente, París daría la señal de un mercado híbrido que combinaría inversión y transferencia de tecnología para tomar la decisión sobre este acuerdo totémico para el Elíseo.
Punto de anclaje
Por último, el otro tema muy esperado será el de los grandes proyectos de transición ecológica, con grandes potenciales inversiones francesas en energía solar, eólica, desalinización y transporte de energía. El reino, que no posee hidrocarburos, ha hecho de la sostenibilidad medioambiental un pilar central de su estrategia de desarrollo económico, y las grandes empresas francesas tienen muchas ventajas que promover en este ámbito.
Más allá de las cuestiones bilaterales, la dimensión africana de la relación franco-marroquí constituye un importante punto de anclaje para esta visita de Estado. Con un mercado de África occidental en rápida expansión, Rabat y París tienen todo el interés en establecer una oferta conjunta para satisfacer las necesidades de la región. Para París, esto representa una oportunidad real: su estrella se ha desvanecido seriamente en la región, particularmente en el Sahel, y las empresas francesas han visto disminuir su participación de mercado en África en favor de nuevos actores más competitivos. Pero Marruecos, con su industria mejor costo y su proximidad cultural con el África subsahariana, le ha convertido en el segundo inversor africano en el continente. Para los grandes grupos franceses que buscan posicionarse en este mercado en rápido crecimiento, se ha convertido en un socio ideal.
Visto desde Marruecos, una puesta en común de fuerzas permitiría abordar proyectos de gran envergadura en sectores como el transporte, la energía, las tecnologías digitales, incluso la defensa o incluso la ciberseguridad. Para los operadores marroquíes, este enfoque de “coopetición” –cooperar en ciertos temas mientras se sigue compitiendo en otros– podría abrir una nueva era en la relación económica franco-marroquí. Y reflejaría el profundo deseo del reino: ser considerado ya no como un simple mercado o un cliente, sino como un socio estratégico líder.