su gato muere, pero ella es excluida de la investigación

su gato muere, pero ella es excluida de la investigación
su gato muere, pero ella es excluida de la investigación
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Noa, una gata siamesa, murió de cáncer a finales de 2022. Para su dueña, este desenlace era evitable: considera que el veterinario no detectó los síntomas. Esta supuesta negligencia habría impedido que Noa fuera atendida a tiempo. Por ello, su propietario se puso en contacto con la comisión de seguimiento de las profesiones sanitarias y de los derechos de los pacientes. Este abrió un expediente disciplinario contra el médico en el verano de 2023; pero, el martes, rechazó definitivamente la condición de parte querellante: no sabrá nada del resultado de la investigación.

Para su abogado, Romain Jordan, es absurdo: “Si el dueño de un animal no está legitimado para actuar cuando un veterinario hace algo, ¿quién sino?” Tomará acciones legales contra esta decisión.

La comisión señala que “el estatus procesal del dueño de un animal no está expresamente regulado por la ley”. El organismo siempre ha tratado al capitán como a un informante (privado del derecho de inspección), no como a una parte, y los tribunales nunca han encontrado nada malo en ello.

Sobre todo, la comisión destaca que, en el caso de un ser humano, la condición de parte sólo se confiere al propio paciente, a su representante terapéutico o legal. En resumen, en Ginebra, un familiar de un paciente fallecido, por ejemplo su cónyuge, no puede ser denunciante. Por tanto, la comisión no ve por qué el propietario de un animal debería disfrutar de más derechos.

Por un lado, Jordan considera “criticado” el estatus concedido a los familiares al final del lago. Pero sobre todo cree que la analogía hecha por la comisión fracasa: como los animales no tienen personalidad jurídica, “son propiedad de un humano. El paciente/cliente del veterinario no es el animal, es el ser humano”. Sin embargo, aquí está excluido.

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