Amadou Mahtar Mbow, el ojeador del siglo pasa la antorcha

Amadou Mahtar Mbow, el ojeador del siglo pasa la antorcha
Amadou Mahtar Mbow, el ojeador del siglo pasa la antorcha
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La desaparición del senegalés Amadou Mahtar Mbow, el 24 de septiembre de 2024, a la edad de 103 años, marca el fin de una era, la de un hombre cuya huella, brillante como una estrella que brilla en la oscuridad, ilumina no sólo la historia de Senegal , pero también resuena a escala africana y global. Este scout del siglo, inmenso intelectual y hombre de acción, dedicó su vida a la emancipación, al florecimiento de la educación, la cultura y el desarrollo.

Amadou Mahtar Mbow fue el primer director general africano de la UNESCO, después de haber ocupado varios cargos en su país, incluido el de Ministro de Educación Nacional.

Visionario, humanista y siempre en busca de la justicia social, supo marcar su época con un compromiso apasionado e inquebrantable con la emancipación de los pueblos, especialmente los del Sur. Su muerte sumió a un pueblo en el silencio, pero su legado, como un soplo vigorizante, sigue vibrando a través de las numerosas iniciativas que inspiró.

Después de hablar con él sobre su carrera y sus logros, recuerdo que fue mucho más que un modelo a seguir. Fue un mentor, un guía luminoso, un hombre que transformó vidas a través de la profundidad de sus convicciones. Amadou Mahtar Mbow tenía el gusto de los demás.

Entre los recuerdos más impactantes de nuestra relación, cuando estaba enferma, recuerdo este momento de silencio, este simple gesto en el que tomó mi mano, un apretón imbuido de poder, símbolo de una complicidad que trascendió las palabras. Amadou Mahtar Mbow encarnaba una rara sabiduría, una benevolencia natural que lo hacía accesible incluso a quienes se sentían pequeños ante su inmensa estatura intelectual.

Un legado precioso

Su legado más valioso reside en su inquebrantable compromiso con la educación. Con sus raíces profundamente arraigadas en la ruralidad, el joven Mbow recibió una educación religiosa, pero también enseñanzas sobre el vínculo sagrado que une todas las formas de vida: naturaleza y cultura. Sus padres le transmitieron valores de unidad y significado, forjando así su carácter.

En 1929, a la edad de 9 años, tras su formación en la escuela coránica, por consejo del diputado Blaise Diagne, su padre lo matriculó en la escuela francesa de Louga (ciudad del noroeste de Senegal) o % que obtiene. su certificado de escuela primaria. Luego trabajará en las oficinas de correo del gobernador de Senegal antes de recalar en Francia.

Durante la Segunda Guerra Mundial, se unió a las fuerzas francesas para la liberación de Francia. Con su conciencia política alimentada por los temblores de la colonización y la guerra, se matriculó en la Sorbona para realizar estudios de historia y geografía. En la universidad, movilizó a sus compañeros de estudios africanos en Francia para luchar contra la opresión colonial, forjando así lazos de solidaridad que continúan hasta el día de hoy.

Compromiso político

En la tensión entre las servidumbres estructurales de la dominación política colonial, Mbow comprendió la urgencia de la resistencia, tanto individual como colectiva, abrazando así un destino que trasciende los límites de su tiempo. Esta primera rama lo llevó a regresar al continente, donde tradujo valores de raíz y lecciones de vida en actos de transformación política y social. Actualiza sus logros en dos fructíferos campos de acción: la educación básica y el compromiso político.

Al llevar la luz de la educación a regiones de Senegal, a los pueblos de Youtou y Badiana en Casamance (región sur de Senegal), entre otros, ha permitido volver a los orígenes fundamentales de la tierra, la familia y la sociedad. tradicional. En estos pueblos, a menudo olvidados por el sistema educativo, trabajó para crear escuelas que ofrecieran a los niños la oportunidad de descubrir la magia del aprendizaje.

Gracias a sus esfuerzos como docente y ministro, generaciones de niños senegaleses, antes excluidos, tuvieron la oportunidad de acceder a una educación de calidad, anclada en su realidad local. Mbow vio estos proyectos como una forma de ampliar los horizontes de los jóvenes para construir una nación fuerte y resiliente.

Entre sus logros memorables se encuentra la apertura de la primera escuela en Darou Mouhty (centro-oeste de Senegal), un importante lugar del mouridismo –una hermandad musulmana de Senegal– cargado de espiritualidad.

Diálogo y consenso

Su éxito, resultado del diálogo y el consenso, ha creado un puente entre dos mundos a menudo percibidos como opuestos. Este modelo innovador se ha convertido en una referencia, no sólo en Senegal, sino también para otras regiones de África que desean conciliar tradición y modernidad.

La pedagogía de Mbow resultó en escuchar voces antiguas y la experiencia humana en todas las dimensiones de la vida social: aprender rituales, transmitir valores a través de las palabras y la práctica, compartir conocimientos y técnicas modernas. Como ministro, su compromiso con el Ministerio de Educación Nacional permitió cimentar una pedagogía respetuosa de la tradición y atenta a la modernidad.

Su voz subió luego al escenario internacional, donde se convirtió en una figura imprescindible. Su mandato en la UNESCO, como director general, de 1974 a 1987, estuvo marcado por un ferviente compromiso con la justicia intelectual y cultural. Abogó por un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (Nómico), pidiendo restablecer el equilibrio entre el Norte y el Sur en la narración de historias. En esta visión reformada, vio una oportunidad para que los países en desarrollo recuperaran el control de su propia narrativa, a menudo eclipsada por las potencias occidentales.

Mbow no se limitó a discursos teóricos. También hizo campaña por la restitución de las obras de arte y los bienes culturales robados durante la colonización, una lucha que sigue siendo muy relevante hoy en día. Para él, la reapropiación de estos tesoros culturales fue un acto de justicia histórica, pero también un medio de restaurar el orgullo y la identidad del pueblo africano.

Su carrera en la UNESCO, marcada por una historia personal que se convirtió en Historia Mundial, atestigua su compromiso de transformar los valores de ética, igualdad y justicia en acciones concretas. Los grandes programas como la historia general de África y la Convención del Patrimonio Mundial que propuso, llevó a cabo y defendió contribuyeron a configurar un mandato ontológico, el de construir la paz en la mente de los hombres.

Un faro de justicia

Como líder, Mbow abogó por el consenso y el diálogo. Su método, basado en la búsqueda del entendimiento mutuo, marcó cada negociación en la que participó. Este pragmatismo, combinado con una visión idealista, le permitió promover causas esenciales evitando conflictos innecesarios. Sabía que el desarrollo sólo podría florecer en un clima de paz y respeto.

Para Senegal, y más allá, Amadou Mahtar Mbow sigue siendo un faro de rectitud e integridad. Su viaje, de mecánico de aviación a intelectual comprometido, ilustra la fuerza de los africanos para trascender los obstáculos y construir naciones autónomas y prósperas. Con su ejemplo, nos enseñó que la unidad, la solidaridad y la educación son las bases sobre las que África puede construir su futuro.

Hoy, mientras rendimos homenaje a este hombre excepcional, celebramos una vida dedicada a la elevación de los espíritus y la emancipación de las personas. Amadou Mahtar Mbow nos deja una visión donde la educación y la cultura son las claves del desarrollo humano.

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