El sureste de Marruecos bajo el agua y máxima vigilancia

El sureste de Marruecos bajo el agua y máxima vigilancia
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Mientras el Reino arde bajo un cielo tormentoso, unas quince provincias marroquíes se encuentran actualmente en alerta roja y naranja por parte de Maroc Météo, sumiendo a gran parte del país en un escenario casi apocalíptico.

Las lluvias torrenciales que caen sin cesar sobre las regiones del sudeste han provocado daños considerables. Ouarzazate, Tinghir, Boumalne-Dadès y sus alrededores están sumergidos bajo inundaciones repentinas y lluvias de una intensidad inusual. Los habitantes, sorprendidos por la violencia de la tormenta y sus inclemencias meteorológicas, luchan contra la intrusión del agua en sus casas, sus comercios y, sobre todo, en su vida cotidiana.

Lluvias torrenciales con consecuencias devastadoras

Las lluvias torrenciales, mezcladas con granizo y acompañadas de fuertes ráfagas de viento, azotan desde el viernes varias ciudades del sureste del país. Ouarzazate se encuentra paralizada por importantes inundaciones. Los torrentes de agua han inundado las calles de la ciudad, interrumpiendo el tráfico y haciendo que algunas zonas sean casi inaccesibles.

Los uadis, ríos que se secan durante la mayor parte del año, se han transformado en auténticos ríos caudalosos que arrastran todo lo que encuentran a su paso. En Tinghir y Boumalne-Dadès, la situación es igualmente desastrosa. Barrios enteros han quedado sumergidos bajo las aguas fangosas, obligando a varios habitantes a evacuar sus casas de urgencia.

Las infraestructuras locales, ya debilitadas por las inclemencias meteorológicas recientes, no han resistido el impacto. Carreteras cortadas, casas inundadas, comercios destrozados… Las imágenes de estas localidades devastadas son motivo de preocupación.

La vida cotidiana al revés

Estos fenómenos meteorológicos también han alterado la vida cotidiana de los habitantes. El agua, ese recurso tan preciado para estas regiones áridas, se ha convertido en cuestión de horas en una amenaza mortal.

Las casas, muchas veces construidas con materiales endebles, se han derrumbado bajo la presión de los torrentes. Para los más afortunados, bastaron apenas unas horas para evacuar y buscar refugio. Para otros, el drama continúa, con bienes irrecuperables y casas destruidas.

Las autoridades locales, en colaboración con los servicios de protección civil, están trabajando intensamente para limitar los daños y prestar asistencia a los afectados. Se están desplegando equipos de rescate en las zonas más afectadas y se están poniendo en marcha planes de evacuación.

Autoridades en alerta, llaman a la prudencia

Ante esta situación crítica, las autoridades locales siguen recordando la importancia de la vigilancia. Maroc Météo ha advertido de que las malas condiciones meteorológicas aún no han terminado y que se esperan tormentas eléctricas acompañadas de granizo y fuertes rachas de viento hasta el domingo. Se ha lanzado un llamamiento a la prudencia.

Las autoridades están intensificando sus esfuerzos para tranquilizar a la población y responder a las emergencias. En algunas ciudades se están realizando operaciones de bombeo de agua y se han instalado refugios temporales para las familias que han tenido que huir de sus hogares. Sin embargo, los daños son tan graves que pasará mucho tiempo antes de que la vida vuelva a la normalidad.

Infraestructura resistente a la intemperie

Estas inundaciones vuelven a plantear la cuestión de la resiliencia de las infraestructuras marroquíes frente a los riesgos climáticos. Si bien algunas ciudades cuentan con sistemas de evacuación de agua relativamente eficientes, no ocurre lo mismo en las regiones más remotas del sudeste.

En este caso, las inundaciones no son sólo consecuencia de las condiciones meteorológicas, sino también de la falta crónica de preparación para fenómenos extremos. Los uadis, que forman parte integrante del paisaje, no siempre están preparados para contener tales cantidades de agua. Las carreteras, por su parte, se desintegran rápidamente bajo la presión de las inundaciones.

Es hora de que Marruecos prepare mejor a sus regiones vulnerables para las consecuencias del cambio climático. Si bien las lluvias son una bendición para las represas y la agricultura, se convierten en un flagelo cuando fluyen sin control. Si bien el agua es esencial para la supervivencia de los cultivos y los ecosistemas, si se gestiona mal, puede convertirse en una fuerza destructiva.

Aunque el país sufre regularmente sequías prolongadas, estas lluvias torrenciales e inundaciones demuestran que el Reino no es inmune a los fenómenos extremos. El cambio climático ya no es una abstracción, se manifiesta aquí y ahora, y tiene consecuencias directas en la vida de los ciudadanos.

La resiliencia de un pueblo ante las inclemencias del tiempo

Construir infraestructuras resistentes a las inundaciones y establecer sistemas eficaces de alerta y evacuación ya no son lujos, sino necesidades. A pesar de la gravedad de la situación, la solidaridad de los marroquíes ante las inclemencias del tiempo es palpable.

En las ciudades afectadas, los residentes se están organizando para ayudar a sus vecinos, mientras que las autoridades locales se esfuerzan por hacer frente a la emergencia. Esta no es la primera vez que el país se enfrenta a condiciones meteorológicas extremas, y probablemente no será la última. Pero cada episodio es un recordatorio de que la resiliencia del pueblo marroquí es una fuerza en sí misma.

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