Hace 450 años, los nobles del Valais tuvieron la idea de fundir el queso en el extremo de una baguette cerca del fuego de leña. La historia cuenta que fue un tal Gaspard Ambuel, conocido como Collinus, médico y farmacéutico de Sion, quien especificó la receta en 1574. Este escrito demostraría que la raclette se originó en el Valais, mucho antes de que otros se inspiraran en ella.
450 años después, el miércoles 18 de septiembre, en la plaza de la Gare, los queseros del Valais se reunieron en Berna para compartir su pasión. El rey de la raclette del Val de Bagnes, Eddy Baillifard, estuvo allí para recibir a funcionarios, gourmets y curiosos. Los parlamentarios y cargos electos del Valais, incluido el presidente del gobierno Franz Ruppen, pudieron disfrutar de una raclette gratuita, mientras que los profanos tuvieron que pagar 5 francos por persona, más barato que un latte macchiato en el restaurante Loeb’s, justo al lado.
Los organizadores habían traído 24 trozos de queso, más 12 más de reserva por si acaso. Por supuesto, todo esto acabó derritiéndose, sobre todo con la máquina Roboclette de Workshop 4.0, que raspa con dos brazos mecánicos como si salieran de un transbordador espacial.
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