CRÍTICA – Cuando muere su padre psicoanalista, el autor decide mudarse a su apartamento desierto que nadie quiere.
Hay lugares que nos repelen, otros que nos atraen. Respecto al apartamento de su padre que el escritor italiano Emanuele Trevi y su hermana intentan vender tras su muerte, el poder de rechazo que ejerce este espacio sobre los potenciales compradores está en su apogeo. Sólo necesitan entrar en este primer piso para que las ganas de girar sobre sus talones se apoderen de ellos.
Situado en una zona residencial de Roma, hay que admitir que el lugar no es una residencia con encanto. La luz apenas la penetra, la calle a la que da es ruidosa, la contraria está cerca, la alfombra marrón que cubre el piso está desgastada, al igual que los azulejos de la cocina. Este es el caso de las casas que quedaron en ruinas. “Las casas, al igual que los barcos, deben ser gobernadas” concluye el escritor, que sólo puede notar el efecto repulsivo que ejerce el oscuro refugio de su padre sobre las parejas jóvenes que buscan un hogar. “El desgaste y la vejez se habían extendido sobre estos…
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