Anouk Schavelzon, “El azul no daña” (Umbral)

Anouk Schavelzon, “El azul no daña” (Umbral)
Anouk Schavelzon, “El azul no daña” (Umbral)
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Sobre la desventaja de ser mestizo. Pelo de panal es una expresión despectiva para designar en inglés el cabello encrespado de las personas racializadas de origen africano, pañal refiriéndose a un lienzo hecho de material rugoso. Hoy en día, muchos africanos subsaharianos y afroamericanos se están reapropiando de esta frase y de este peinado natural. Luna, la narradora mestiza de la primera novela de Anouk Schavelzon, El azul no daña, está orgullosa de haber heredado de su madre y de su abuelo materno estos hermosos cabellos rizados que adornan su cabeza con un tupido halo. Orgullosa, también lo está de su piel oscura que le han legado los genes de ambos lados de sus padres. Aunque hay muchos tonos de negro y marrón entre las personas de raza mixta y ella tiene ojos azules, no pone objeciones a la hora de definirse a sí misma como no blanca. No entra en la categoría de “caucásico”. Incluso si quisiera, no lo lograría, ya que el mestizaje y las fantasías de exotismo que lo acompañan son muy duros, particularmente los colmillos de los depredadores masculinos, de los cuales Luna es el tipo de belleza.

A Luna le gusta ir a bailar. Ambiente nocturno electrónico. Receso para fumar. En el salón de fumadores del club donde se congregan los adictos a la nicotina, un chico se le acerca y no puede evitar preguntarle de dónde viene a pesar de que ella responde que es de París. Sí, pero de dónde, insiste, tocándole el pelo y aferrándose a ella. Frotándose contra su espalda, le susurra cumplidos lascivos, diciéndole lo mucho que le excita la belleza mestiza. Luna siente una mezcla de vergüenza y rabia, pero lejos de desconcertarse, como un judoka que se dobla bajo el peso de su oponente, desestabiliza al acosador cediendo a sus insinuaciones. Y calentarlo hasta el clímax. Se corre, bastante avergonzado, delante de la asamblea de fumadores… El episodio podría contarse como una victoria. Victoria pírrica. Por un repugnante derrotado, cuantos más están por venir, tantos han venido… Entonces debemos aceptar: “Pinta de azul tu vergüenza, pinta de azul tus amores decepcionados. […] Pinta los malos recuerdos de azul en lugar de morderte la mejilla […]. Píntate los ojos de azul cuando vean rojo. Piensa en azul, habla en azul. Risa azul. »

En estas duras y poéticas confesiones entregadas en segunda persona (como un largo monólogo interior), la narradora habla de su difícil lugar: su condición de mulata, el hecho de estar entre dos aguas, mezcladas por su sangre pero también socialmente difíciles de asignar. Ella le declara a su madre, que la cría sola a ella y a su hermana, que lo son. “algunas llagas”. La madre responde que, siendo profesora de filosofía y ocupando un apartamento de HLM en el 12mi distrito, no, ¡ciertamente no! Su “amigos comprometidos” que van a manifestarse contra el racismo, la única no blanca del grupo no tiene ganas de unirse a ellos… A la violencia interiorizada se suman motivos subsidiarios (la relación con su hermana cuya habitación comparte, la carga mental de la madre , su propia herida narcisista)… Si estos temas no son nuevos, la textura de su escritura es tan distintiva que lo universal se vuelve singular, y viceversa. Es un material a la vez sedoso y chirriante, una canción lírica y sincopada, entre slam y chant.

Anouk Schavelzon
El azul no daña
Límite

Edición: 6.000 ejemplares.
Precio: 19,50 €; 240p.
ISBN: 9782021562699

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