Pequeñas escenas picantes
Descubrí a Jean-Claude hace unos años como poeta, pero en los últimos meses me ha mostrado otra faceta de su talento como escritor: el teatro. Esta colección es la segunda de este género literario que me hizo leer e incluye dieciocho bocetos que evocan en su mayoría relaciones entre hombres, especialmente relaciones entre hombres y mujeres. La mayoría de las veces, casi siempre, estos bocetos presentan dos personajes: uno y otro, él y ella, ella y él, la madre y el hijo. Personajes anónimos, gente corriente, que viven aventuras que cualquiera podría vivir. Aventuras a menudo cómicas, divertidas, incongruentes, a veces dramáticas, siempre sorprendentes en su desenlace.
Para no desmerecer los textos, no quisiera mencionar todos los bocetos expuestos en esta colección, sólo citaré algunos ejemplos para tentar un poco más a los lectores y resaltar al mismo tiempo la delicadeza del autor. el toque de picardía que destila en sus diálogos. En el primero de esta colección, presenta a un lector que busca desesperadamente un libro que absolutamente quiere leer y a un librero joven y entusiasta que está desesperado por encontrarle este libro que parece existir sólo en la mente de dos jóvenes. Agapornis que pierden las nociones más básicas de prudencia. En este otro sketch, en un baño público, un hombre escucha a otro enojado rumiar sobre el asesinato que va a cometer, acude a la policía para que eviten esta tragedia pero lo buscan por otro asesinato que habría cometido. cometido, finalmente el otro comete también su asesinato. Para concluir mi pequeña serie de ejemplos, mencionaré este brevísimo sketch en el que un marido ve a los habitantes del barrio caer como moscas, quiere ayudarlos pero su mujer minimiza el problema y le aconseja que tome, como ella, un pastilla para dormir, nunca despertarán.
En estas parodias, Jean-Claude pinta un retrato de la sociedad actual a través de sus defectos y perversiones: sus creencias, sus deseos, sus celos, sus malversaciones, su codicia, su lujuria y otros defectos que hacen las delicias de los aficionados al teatro llamado boulevard. Inventa las estratagemas más improbables para poner en escena todas estas malas prácticas burlescas, fantásticas, traviesas y, a veces, incluso un poco románticas, para arrojar a sus personajes a las trampas que ha diseñado para denunciar sus defectos. Todos estos fallos, a veces dramáticos, que llenan la sección de noticias de nuestros periódicos y ahora de las llamadas redes sociales, aunque sean pequeños.
El talento poético de Jean-Claude sirvió bien a estos diálogos que, a pesar de su brevedad, están siempre muy bien escritos, muy eficaces, muy divertidos a pesar de su oscuridad y, a menudo, rodados con picardía. Me encantaría verlos dichos en el escenario e incluso por qué no interpretados.