La condesa de Ségur, una pluma contra el veloz – Libération

La condesa de Ségur, una pluma contra el veloz – Libération
Descriptive text here
-

Las obras de la condesa de Ségur son una lectura infantil imprescindible. Algunos persisten en describir sus libros como si tuvieran “algo sagrado, encantador, anticuado, como nuestra juventud“. Pero esta observación ignora la dimensión de denuncia de estas historias en las que los adultos a menudo maltratan a los niños.

La hija del pirómano de Moscú.

La infancia rusa de Sophie de Rostopchine está marcada por el escenario de un incendio provocado por su padre y el exilio forzoso que le sigue. Suficiente para construir un personaje fuerte para quien escribió en el otoño de su vida la trilogía de las aventuras de una niña del mismo nombre (La desgracia de Sofía, Niñas modelo, las vacaciones). Nacida el 1 de agosto de 1799 en San Petersburgo, Sofia Fyodorovna Rostoptchina provenía de una familia noble rusa que se creía descendiente de el invencible gengis khan. El legado legendario que porta también está plasmado en la figura paterna que enfrentó la invasión napoleónica como gobernador de Moscú. En 1812, su estrategia defensiva fue cuanto menos radical ya que decidió quemar la ciudad. Liberó a los prisioneros de las cárceles moscovitas y los utilizó como mercenarios para incendiar la ciudad rusa. Sin duda, esto fue eficaz para empujar al emperador francés a retirarse. Pero las desastrosas consecuencias de tal incendio para la ciudad de Moscú llevaron a la desgracia del padre de Sophie, que comenzó un largo exilio en Europa con su familia para establecerse en Francia. Este hombre de temperamento sanguíneo e impulsivo se encuentra en el carácter de General Dourakine quien aunque literalmente estúpido (durak significa “idiota” en ruso) tiene, sin embargo, cierta generosidad de corazón.

Lea “Las desgracias de Sophie” en Gallica:

Infancia desobediente y elitista

La Rusia de la servidumbre y el knout está marcada por la violencia a la que se enfrenta la pequeña en la finca familiar de Voronovo. A esto se suma la educación estricta y punitiva de su madre, la condesa Catalina Protassova quien, para gran pesar de su marido, decidió abandonar la religión ortodoxa en favor del catolicismo. Sophie, la menor de tres hijos, entre ellos dos varones, que se convirtió como su madre, sufrió privaciones y castigos corporales para corregir comportamientos considerados impertinentes y desobedientes. La niña también recibe una educación elitista que la hace no sólo perfectamente francófona sino también multilingüe. El gusto por las letras ya estaba ahí y su padre no dejó de notar, no sin burlarse, la manía de su hija por inventar historias. De esta infancia a medias, La desgracia de Sofía Presentan muchas escenas autobiográficas con, a veces, un humor que lucha por atenuar la dramática realidad de una infancia maltratada: “Sophie gritó en vano, suplicando clemencia, pero recibió el látigo de la manera correcta”.

El exilio parisino permitió a la joven de 19 años conocer a su marido, Eugène Ségur, nieto del embajador de Francia en Rusia. Si los primeros años de matrimonio son felices, el carácter voluble de su marido la convierte rápidamente en una mujer abandonada y entregada por completo a los placeres de la maternidad. Dio a luz a ocho hijos y tiene varios nietos. Enviudó a los 67 años, ingresó en la asociación piadosa y secular de la tercera orden franciscana bajo el nombre de Marie-Françoise y murió en París rodeada de su familia. Escribió varias obras relacionadas con la religión como Libro de misas para niños pequeños. O evangelio de una abuela condenado a un éxito menos duradero y rotundo que sus libros de literatura infantil.

Resiliencia y contrapuntos a las madrastras

La verdadera vocación de la condesa de Ségur, por tardía que sea, es precisamente la de escribir. Publicó por primera vez en 1856, a la edad de 55 años. Como haría JRR Tolkien como abuelo atento y cariñoso, la condesa de Ségur cuenta historias para su familia y no para seguir una carrera como autora. Cuenta la leyenda que durante la lectura informal de uno de sus cuentos durante una velada en el Château Les Nouettes, un amigo de su marido, Louis Veuillot, exclamó: “Publica esto”. Luego sugirió a Louis Hachette que publicara los nuevos cuentos de hadas. Este último la convirtió muy rápidamente en una autora emblemática de la colección de recreación de la Biblioteca Rosa Ilustrada, disponible en todas las estaciones.

El éxito de la obra de la condesa de Ségur reside sin duda en las escenas divertidas que imagina y en la moraleja salvadora que siempre cierra sus historias. Pero no nos equivoquemos, la pluma de la condesa es resistente: frente a figuras maternas desagradables, ya sea su madre o su suegra, tan intrusiva como autoritaria, Sophie de Rostopchine se apropió de su pasado de abusos y humillaciones por imaginando no sólo niños libres e impertinentes (Un buen diablillo, Francisco el Jorobadoetc.), burros estúpidos y llenos de ingenio (Memorias de un burro) pero también mujeres atentas y mesuradas (la señora de Fleurville, por ejemplo). Tantos contrapuntos madrastra y desaires definitivos a una toxicidad que conviene desterrar. El látigo definitivamente no es rival para esta pluma.

-

NEXT Autor de dos libros a los 19 años, Louis Lefèvre utiliza las palabras para curar