que la vida es diaria

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CRÍTICO – Una imagen feroz de la sociedad de consumo escrita por un primo literario de Jacques Tati.

Con Dubalú, publicado en la NRF en noviembre de 1960, en pleno triunfo de la Nueva Novela, Bernard Waller tenía el don de dar a la escritura blanca un matiz inesperado. Ni crimen ni castigo en este largo relato descubierto por Raymond Queneau. Sino una especie de grisura que subraya el carácter depresivo de la civilización de los coches, los supermercados, la publicidad, los electrodomésticos y las vacaciones pagadas.

Estamos lejos de los colores que Jacques Demy dio a Francia en los años 60 en sus comedias. Más bien en la visión del cine en blanco y negro de otro Jacques: Tati. Cada mañana, Francis Dubalu es recibido por el “marcado con cuatro máquinas de escribir” en el que se ocupan los mecanógrafos de la casa Breganti, donde él trabaja como representante comercial. Y, cada mañana, tiene la oportunidad de meditar sobre su inutilidad, “y, en última instancia, sobre la estupidez y la ineficacia de todo”.

Para expresar lo cotidiana que es la vida de este hombre, Bernard…

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