En un contexto de ascenso de los partidos radicales en Europa, el FPÖ, grupo fundado por ex nazis, está obteniendo mejores resultados de lo que predecían las encuestas, infligiendo un revés al gobierno ecoconservador este domingo 29 de septiembre.
Cinco años después de vivir la debacle, la extrema derecha austriaca logró un éxito histórico en las elecciones legislativas de este domingo 29 de septiembre, pero sin garantías de poder gobernar. El Partido de la Libertad (FPÖ) de Herbert Kickl obtuvo el 29,1% de los votos, un salto de 13 puntos con respecto a las elecciones de 2019, según proyecciones basadas en el recuento de más de la mitad de los sufragios.
Pero Herbert Kickl, tan extremista que ningún partido quiere formar una coalición con él, está lejos de tener asegurado el acceso a la cancillería o incluso al gobierno.
Una actitud que lamentó este domingo por la noche, reaccionando a los resultados. Ante el mensaje “muy claro” enviado en las urnas, “nos acercamos a todos los partidos”, afirmó en la cadena pública ORF, lamentando que sus electores sean tratados como “ciudadanos de segunda”.
“Una onda de choque para toda la clase política”
Enfrente, el canciller Karl Nehammer, líder de los conservadores (ÖVP), destacó la “decepción” de sus tropas ante la derrota (26,3%). “No hemos conseguido alcanzar” a la extrema derecha, lamentó ante un público sombrío.
“Es sin duda un terremoto, una onda expansiva para toda la clase política”, comentó el politólogo vienés Thomas Hofer. Porque si la extrema derecha ya ha probado el poder en el país alpino, nunca ha terminado en la cima de una elección nacional.
Aplastado en 2019 por un sonado escándalo de corrupción conocido como “Ibizagate”, el partido se ha recuperado espectacularmente bajo el liderazgo de Herbert Kickl, que no estaba predestinado a estar en la luz y que prosperó gracias a los temores sociales y económicos que atraviesan el continente.
Cercano a ciertos pequeños grupos criticados, quien quiere, en el país natal de Adolf Hitler, ser llamado como él “Volkskanzler” (canciller del pueblo), ha adoptado el término “remigración”, con el proyecto de perder su nacionalidad y expulsar a los austriacos de origen extranjero.
Este ex Ministro del Interior, de 55 años, también supo atraer con sus comentarios conspirativos contra las medidas anti-Covid, a los más desfavorecidos afectados por la inflación y a todos los sensibles a la neutralidad austriaca, condenando las sanciones contra Rusia.
¿Qué próximo gobierno?
A pesar de una caída de más de diez puntos respecto a 2019, el ÖVP, en el poder desde 1987, “tiene buenas posibilidades de conservar la cancillería”, estima la analista Julia Partheymüller. ¿Pero con qué socios? Los escenarios hay que escribirlos.
Si bien Karl Nehammer repite que no quiere aliarse con Herbert Kickl, no rechaza una posible coalición con los “azules” del FPÖ, como en 2000 y 2017.
Entre los 6,3 millones de votantes, muchos cuentan con este escenario, como Bernd Lunglmayr, consultor sanitario de 48 años. “Cualquier otro resultado me sorprendería mucho”, afirmó, afirmando estar “preocupado”. “En Austria, la memoria política es corta” y “la tendencia es hacia los partidos populistas en el mundo occidental, en este período de crisis”.
Pero según los expertos, los conservadores no aceptarán ser el socio minoritario y podrían preferir asociarse con los “rojos” socialdemócratas (21%) y los liberales de Neos (9%). Un formato a tres bandas sería una novedad en Austria. Con Los Verdes, en fuerte caída (8,3%), hay muchos puntos de discordia y el divorcio parece completo.
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