Mi vida es un país extranjero. es un texto singular que desliza al lector como pocas veces en el guardabosques de un soldado. En esta obra fragmentada en 136 capítulos, Turner comienza relatando el entrenamiento recibido antes de partir y durante el cual un instructor les ordenó que nunca pusieran dos trozos de cadáver en la misma bolsa… “Créeme, no querrás ser el tipo que hace que una familia entierre a su soldado con piezas que no les pertenecen. ¿Entendido?” Sí, jefe… Premisa de la absurda y terrible situación que iban a vivir. Seguirán otros mandatos alucinantes: “Si ves un AK-47, dispárale” ; “Dispara a cualquier objetivo enemigo conocido o sospechoso” ; “Tienes permitido disparar a los niños”.
Los hombres nunca han dejado de hacer la guerra.
Si apenas menciona las falsas armas de destrucción masiva, el pretexto dado por George W. Bush para atacar Irak, Turner no parece evitar los abusos (salas de interrogatorios con música ensordecedora, luces estroboscópicas y perros ladrando), ni los errores garrafales (como cuando (los estadounidenses interrogaron a los civiles iraquíes, apuntándoles con un rifle a la espalda, delante de sus hijos, antes de darse cuenta de que habían apuntado al objetivo equivocado).
Obviamente erudito a nivel militar, Turner mezcla su historia con información sobre las batallas, pero también sobre conflictos anteriores, protagonizados en particular por sus antepasados. Un miembro de su familia participó en la Guerra Civil, su bisabuelo fue gaseado durante la ofensiva Mosa-Argonne en 1918, su abuelo mató a japoneses con lanzallamas en Guam durante la Segunda Guerra Mundial. Su tío estuvo en la guerra de Vietnam y su padrastro hizo que Brian leyera manuales de infantería cuando era pequeño. También fueron las órdenes virilistas las que empujaron a Turner a este lío. “Me habría avergonzado no haberlo hecho”, escribió sobre su compromiso.
“Guerra y lluvia” de Velibor Čolić: una gran novela autobiográfica sobre lo absurdo de la guerra
El poeta acepta su vulnerabilidad, cita a Marco Aurelio y evoca, por el contrario, en textos sensibles, el suicidio de un soldado que se pegó un tiro y cuyas pertenencias empaquetó, su miedo visceral a morir, a cometer un error que provocaría la muerte de un colega, sus enemigos que vienen a visitarlo o incluso su estrés postraumático. En pasajes alucinatorios, el hombre que permaneció en el ejército durante siete años describe las visiones que lo asaltaron a su regreso. Preciosas confesiones.
“Mi vida es un país extranjero” Narrativo | Brian Turner | Traducido del inglés (Estados Unidos) por Nathalie Peronny, Phébus, 224 págs. | Precio 20€, digital 15€