El golpismo entre soberanismo y… totalitarismo, Por Oumar NDIAYE

El golpismo entre soberanismo y… totalitarismo, Por Oumar NDIAYE
El golpismo entre soberanismo y… totalitarismo, Por Oumar NDIAYE
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Además de ser una zona geográfica que provoca ansiedad, África occidental también es homogénea en su dinámica política y de seguridad. Las crisis que lo han sacudido durante más de tres o cuatro décadas no se han localizado en un solo país.

Tuvieron ramificaciones entre varios Estados hasta convertirse en dinámicas de conflicto con un arco de crisis que atravesó toda la subregión. A principios de los años 90 se inició un proceso de democratización, tras la Conferencia de La Baule, en la que el entonces presidente de Francia, François Mitterrand, instó a continuar con la ayuda al desarrollo para una apertura democrática. Lo que siguió fue la era de las Conferencias Nacionales que permitieron a muchos en esta zona geográfica respirar el aire de la democracia. Al mismo tiempo, en el otro lado de África occidental, la zona del río Mano experimentará sangrientas rebeliones y repetidos golpes de estado en países como Liberia y Sierra Leona.

Tuvimos que esperar hasta principios de la década de 2000 para ver iniciado otro proceso de democratización en nuestra subregión con alternancias democráticas y transiciones políticas pacíficas después de las elecciones. Senegal dará así ejemplo con la llegada al poder de Abdoulaye Wade. También en Guinea-Bissau se observa el mismo proceso, así como en Costa de Marfil con Laurent Gbagbo.

Este período pareció anclar nuestro espacio subregional en una dinámica democrática que iba en aumento. Hoy, todos estos esfuerzos llevados a cabo durante tres décadas por la dinámica interna de una sociedad civil fuerte, los medios de comunicación, una juventud comprometida y también las presiones externas, corren el riesgo de ser en vano. Como desde 1990, la dinámica política y de seguridad es de tal homogeneidad y ansiedad que debemos temer por nuestro espacio subregional.

En 4 años se han contabilizado cuatro golpes de Estado, en Mali, Burkina, Níger, Guinea. Este brote de fiebre hemorrágica se presenta con las mismas señales de alerta, los mismos síntomas. Se trata pues de un auténtico fenómeno de vasos comunicantes. De Malí a Níger pasando por Burkina Faso, se esgrime la misma razón para justificar la toma del poder por los militares: el deterioro de la situación de seguridad frente al terrorismo yihadista. Como si este tema no fuera competencia de las Fuerzas de Defensa y Seguridad cuya misión principal es defender la integridad territorial.

Estos golpistas, como si hubieran hecho correr la voz, evocan los males de la interferencia extranjera, principalmente de Francia, bajo un tono soberanista. Este soberanismo es, pues, de geometría variable con la invitación de otras potencias, como Rusia, a través de sus grupos paramilitares y de sus empresas mineras, a venir a complementar, en las mismas formas, lo que los golpistas denuncian en la actitud de sus países de “tener a su disposición”. ellos mismos “.

El otro descubrimiento de estas juntas militares es tener impulsos totalitarios al sofocar todas las voces discordantes. Por eso no sorprende ver en todos estos países prohibir la transmisión de medios de comunicación nacionales y extranjeros, así como la trampa y el reclutamiento de cualquier líder político o de opinión con posiciones contrarias. Hoy es necesario buscar cómo encontrar el torniquete que detenga esta hemorragia golpista que corre el riesgo de hacernos volver a un estado de coma democrático.

Para la implementación de la democracia en África Occidental fueron necesarias largas luchas lideradas por ciertos grupos políticos, la sociedad civil, los medios de comunicación, con apoyo externo. Lo mismo debe ser cierto para poner fin al golpismo, con la combinación de dinámicas internas ayudadas por la presión internacional. De lo contrario, nuestro espacio subregional navegará y oscilará entre el golpismo, el soberanismo (de geometría variable), el populismo y, si no tenemos cuidado, hacia el totalitarismo.

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