“En Siria, Ahmed Al-Charaa podría verse empujado hacia un islamismo pragmático, incluso tecnocrático”

“En Siria, Ahmed Al-Charaa podría verse empujado hacia un islamismo pragmático, incluso tecnocrático”
“En Siria, Ahmed Al-Charaa podría verse empujado hacia un islamismo pragmático, incluso tecnocrático”
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METROMenos de un cuarto de siglo después de los ataques perpetrados el 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos por Al-Qaeda, preludio de una “guerra contra el terrorismo” estadounidense que duró más de dos décadas, un grupo armado procedente de este movimiento radical de El islamismo político acaba de desempeñar un papel esencial en el derrocamiento en Siria de una odiada dictadura, el régimen de Bashar Al-Assad. Podría desempeñar plenamente su papel, si se lograra una transición ordenada, en el nuevo orden institucional que probablemente surgirá en Damasco.

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Su líder, Ahmed Al-Charaa (conocido por su nombre de guerra, Abu Mohammed Al-Joulani), es un ex diputado de Abu Bakr Al-Baghdadi, fundador de la organización Estado Islámico (EI), que provocó un reinado de terror en el territorio que abarca el noreste de Siria y el noroeste de Irak de 2014 a 2017, y más allá. Desde la ofensiva victoriosa de su milicia, ha mostrado preocupación, como lo demostró en su discurso en la mezquita omeya del 8 de diciembre, por distanciarse lo más posible de los símbolos convocados en su tiempo por Abu Bakr Al-Baghdadi en la de Mosul tras la toma de la ciudad y la proclamación de un califato esencialmente totalitario. Al hacerlo, Ahmed Al-Charaa se ha convertido en un interlocutor para las principales potencias árabes y para aquellas de fuera de Oriente Medio que pretenden desempeñar un papel allí. Sin embargo, ambos han dedicado considerables recursos en el pasado a erradicar tanto a Al-Qaeda como a ISIS.

La trayectoria del hombre que actualmente parece ser el nuevo hombre fuerte de Damasco es producto de una forma de darwinismo aplicado a la guerra civil siria. De hecho, en los primeros meses del levantamiento, el régimen sirio había centrado su represión en la oposición liberal que probablemente atraería el apoyo de los países occidentales que buscaban alternativas consideradas aceptables frente a Bashar Al-Assad. Al mismo tiempo, este último liberó con grandes amnistías a los islamistas radicales que languidecían en sus cárceles. Su táctica era tener estos contrastes perfectos como sus principales oponentes.

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