Las negociaciones internacionales bajo los auspicios de la ONU destinadas a establecer un tratado jurídicamente vinculante para combatir la contaminación plástica han fracasado. A pesar de varios días de intensas discusiones, los 175 países reunidos no lograron ponerse de acuerdo sobre un texto común. Este fracaso pone de relieve profundas tensiones entre intereses económicos, prioridades ambientales y estrategias políticas divergentes.
Un tratado que, sin embargo, es esencial para el futuro del planeta
El tratado global propuesto contra la contaminación plástica tenía como objetivo regular legalmente la reducción de la producción de plástico, establecer restricciones a las sustancias tóxicas asociadas y desarrollar mecanismos financieros para ayudar a los países en desarrollo a gestionar los residuos. El objetivo principal era ambicioso: limitar los desastrosos impactos ambientales del plástico, cuyos 400 millones de toneladas producidas anualmente contribuyen enormemente a la destrucción de los ecosistemas marinos y terrestres..
Cifras clave:
• Producción anual mundial de plástico: 400 millones de toneladas.
• Proporción reciclada: sólo 9 %.
• Contaminación plástica en los océanos: aproximadamente 11 millones de toneladas por año.
¿Por qué fracasaron las negociaciones?
Varios puntos de desacuerdo impidieron la conclusión de un acuerdo:
1. Reducción de la producción :
• Los países productores de petróleo, como Arabia Saudita, Rusia e Irán, se han negado a imponer límites a la producción de plástico, creyendo que la contaminación debería gestionarse únicamente mediante el reciclaje.
• En contraste, la Unión Europea y sus aliados, incluida Francia, insistieron en una reducción global de la producción para abordar la fuente del problema.
2. Ayuda financiera :
• Los países en desarrollo han pedido fondos sustanciales para financiar la gestión de residuos. Sin embargo, no han surgido propuestas claras para satisfacer estas demandas.
3. Sustancias toxicas :
• La elaboración de una lista de productos plásticos considerados peligrosos también ha provocado divisiones. Las industrias petroquímicas han presionado intensamente para limitar estas restricciones.
Además, se ha criticado especialmente el papel de los países llamados “de ideas afines”, que reúnen a Estados muy dependientes de las industrias petroquímicas. Estas naciones, acusadas de obstrucción sistemática, han impedido debates sustanciales sobre cuestiones consideradas consensuales, como el reciclaje..
Henri Bourgeois Costa, de la Fundación Tara Océan, denunció:
« Estos países repitieron incansablemente los mismos argumentos, ralentizando deliberadamente las negociaciones. ».
A pesar de estos bloqueos, la coalición de “altas ambiciones”, que incluye a 95 países, ha ganado terreno al atraer apoyo entre los estados indecisos. Esta dinámica sugiere una posibilidad de consenso durante las próximas sesiones.
Perspectivas e implicaciones
El fracaso de Busan marca una etapa, pero no un final. Está prevista una nueva sesión de negociación para la primavera de 2025. Sin embargo, persiste la incertidumbre sobre la posición de dos actores clave: China y Estados Unidos. Si bien este último había adoptado un enfoque ambicioso, la inminente llegada de Donald Trump al poder podría cambiar las cosas..
Al mismo tiempo, algunos países están considerando firmar acuerdos bilaterales o regionales para limitar el impacto de la contaminación plástica. Una opción que corre el riesgo de ampliar aún más la brecha entre las naciones.
La ausencia de un acuerdo global plantea graves riesgos para el medio ambiente. Los expertos advierten que sin una acción inmediata, la producción de plástico podría duplicarse para 2050, exacerbando los impactos sobre la biodiversidad y la salud humana.
Andrew Yatilman, representante de Micronesia, advirtió con tono desesperado:
« Si no se hace nada, pronto comeremos plástico en lugar de pescado ».