El secreto de un sabroso pavo en Acción de Gracias es la salmuera: pero antes de esta tradicional festividad, el jueves las autoridades estadounidenses pidieron a los estadounidenses que no realizaran esta operación gastronómica en el Gran Lago Salado, en Utah.
Los empleados de este famoso parque natural del oeste americano encontraron el cadáver de un ave a la deriva, que su dueño aparentemente dejó escapar mientras intentaba ablandarla para el banquete familiar.
“Aquí está su recordatorio anual de no usar el Gran Lago Salado para poner en salmuera su pavo”, bromearon los funcionarios del parque en las redes sociales esta semana, publicando una foto de un ave todavía envuelta cubierta de hierba y barro.
La salmuera consiste en remojar el pavo en una solución de agua salada, con diferentes hierbas y especias antes de cocinarlo, para que quede muy tierno y lleno de sabor.
Esta operación, similar a un adobo, adquiere un carácter casi sagrado durante el Día de Acción de Gracias, donde la comida compartida en familia por la gran mayoría de los estadounidenses es incluso más esperada que la de Navidad.
Pero la salinidad del Gran Lago Salado “es demasiado alta para una buena salmuera”, insistieron las autoridades del parque.
“Las olas pueden ser muy fuertes”, agregaron, “y hay muchas posibilidades de que pierdas todo el pavo, como esta persona”.
El Gran Lago Salado es uno de los lagos más grandes del planeta. Su agua es tan salada que muchos turistas acuden a flotar allí sin esfuerzo, como en el Mar Muerto.
En cuarenta años, ha perdido dos tercios de su superficie, víctima de un sector agrícola y de una industria minera que consume demasiada agua, y del calentamiento global que reduce el caudal de los ríos que la abastecen.
El lago alcanzó un nivel mínimo histórico en 2022, después de años de sequía. El agua se volvió tan salada que las artemias, una importante fuente de ingresos para la economía local, comenzaron a morir.
Si desapareciera, la vecina ciudad de Salt Lake City sería inhabitable, porque el lecho del lago contiene arsénico y metales pesados tóxicos, que contaminan la atmósfera durante las tormentas de polvo.