¡En España nada va bien! Exmagistrados del Tribunal Supremo, miembros eméritos de la Corte Nacional de Justicia, jueces anticorrupción jubilados, profesores de derecho pero también filósofos y periodistas han presentado querella contra Juan Carlos I por cinco delitos fiscales correspondientes a los años comprendidos entre 2014 y 2018.
En aquella época, el ex soberano utilizaba tarjetas de crédito a nombre de terceros y hacía financiar gran parte de sus gastos con la fundación Zagakta, propiedad de su primo Álvaro de Borbón, sin que las sumas gastadas aparecieran como donaciones en sus declaraciones de impuestos. En 2020, tras salir a la luz el asunto, el padre de Felipe VI realizó dos pagos por un total de casi cinco millones de euros, con el fin de regularizar su situación ante las autoridades fiscales.
Según los denunciantes, estas dos regularizaciones no serían legales en la medida en que se llevaron a cabo tras la apertura de una investigación fiscal por la que el ex rey habría recibido dos notificaciones de la administración en el espacio de seis meses.
Según José Antonio Martín Pallín, uno de los demandantes y exmagistrado del Tribunal Supremo, “para que sea válida (y por tanto despenalizante), la regularización debe producirse antes de la apertura de un procedimiento por parte de los servicios tributarios”.
Un procedimiento penal desencadenado por la acción popular
Si los pagos de Juan Carlos I fueron validados en 2022 por la fiscalía general del estado, el informe de denuncia recuerda que corresponde a los órganos judiciales determinar, con independencia de la fiscalía, “si la regularización es legal o no”.
Carlos Jiménez Villarejo y José María Mena, ex jueces anticorrupción, se sumaron al proceso, dando a conocer que la acción popular es suficiente para iniciar un proceso penal.
Por ello, los demandantes piden que se lleve ante los tribunales al ex jefe de Estado junto con una decena de personas vinculadas a las empresas y fundaciones que cubrieron sus gastos o gestionaron su fortuna en el extranjero. Además de Álvaro de Borbón, esto concierne al empresario. En este asunto, Corinna Zu-Sayn-Wittgenstein, la antigua amante del rey, es una testigo privilegiada, ya que las autoridades fiscales iniciaron su investigación a finales de la década de 2010 basándose en grabaciones realizadas sin su conocimiento.