Desde la invasión de Ucrania en 2022, el gobierno ruso ha recurrido a sofisticadas estratagemas para evadir las sanciones occidentales dirigidas a su sector energético. Estas tácticas incluyen el uso de una “flota fantasma” para exportar petróleo y gas eludiendo embargos y topes de precios. Ante esta amenaza, el Reino Unido anunció recientemente un nuevo conjunto de sanciones dirigidas específicamente a estos buques. Una mirada retrospectiva a una estrategia económica y diplomática a gran escala.
La “flota fantasma”: una red opaca de barcos viejos
La flota fantasma de Rusia está compuesta principalmente por barcos anticuados, a menudo en mal estado, que operan en la sombra para transportar el petróleo crudo ruso a destinos prohibidos por las sanciones. Se estima que esta flota cuenta con hasta 2.000 barcos, algunos de los cuales son capaces de transportar más de 100 millones de litros de petróleo a la vez. Estos petroleros navegan discretamente, apagan sus transpondedores y realizan transferencias de carga en mar abierto, un método que complica la trazabilidad.
Esta flota representa hoy el 80% de las exportaciones rusas de petróleo crudo, especialmente a través de rutas marítimas como el Mar Báltico. Estas prácticas permiten a Rusia mantener ingresos sustanciales a pesar de las restricciones, que representan entre el 30% y el 50% del presupuesto nacional.
Una respuesta británica coordinada con el G7
El Reino Unido ha golpeado recientemente con dureza al sancionar a 30 barcos adicionales vinculados a esta flota fantasma, elevando a 73 el total de barcos a los que se les prohíbe acceder a los puertos británicos y a los servicios marítimos del país, especialmente en términos de seguros. Estas medidas, anunciadas por David Lamm, ministro de Asuntos Exteriores británico, durante una reunión del G7, constituyen “el mayor paquete de sanciones jamás adoptado contra la flota fantasma rusa”.
Las sanciones, que impiden a estos barcos recibir servicios esenciales, tienen como objetivo asfixiar su actividad. Desde el embargo de la Unión Europea en 2022 y la introducción de un límite de precios para los hidrocarburos rusos en 2023, El Reino Unido y sus aliados del G7 están cada vez más preocupados por la expansión de estas prácticas clandestinas..
Implicaciones económicas y ambientales
Las consecuencias económicas para Rusia son notables. En octubre de 2024, los ingresos petroleros del Kremlin cayeron un 29% respecto al año anterior, alcanzando alrededor de 10.700 millones de dólares, según Bloomberg. Sin embargo, las exportaciones clandestinas siguen limitando la eficacia de las sanciones.
Más allá de la economía, estas prácticas plantean un riesgo ambiental importante. Los viejos barcos utilizados por la flota fantasma plantean un mayor peligro de fugas o desastres ecológicos, especialmente en zonas como el Báltico o frente a Gotland, Suecia.. Estas preocupaciones han llevado a los eurodiputados a pedir controles marítimos más estrictos y sanciones más estrictas para combatir estas actividades ilícitas.