Habiendo caído en manos de los españoles hace más de 500 años, el imperio azteca revela prácticas y ritos de sacrificio que nos sorprenden cada vez más a medida que avanzan las excavaciones arqueológicas y los estudios científicos.
Publicado el 20/11/2024 09:53
Actualizado el 20/11/2024 09:56
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A veces se lo considera uno de los instrumentos más aterradores de la historia. Neurocientíficos de la Universidad de Zurich, Alemania, han estudiado el “silbato de la muerte” azteca. Pequeños instrumentos tallados en arcilla con forma de cráneo humano, utilizados por la civilización azteca entre los siglos XIII y XVI y que a menudo se encontraban cerca de los huesos de las víctimas de los sacrificios. Los investigadores reprodujeron en tres dimensiones ejemplos descubiertos en yacimientos arqueológicos, para estudiar los efectos de su sonido en nuestro comportamiento y comprender para qué podrían utilizarse.
Como parte de este estudio, 70 voluntarios fueron sometidos a sonidos de silbatos, casi aullidos. Como era de esperar, los describieron como desagradables, inquietantes o incluso agresivos. Los investigadores también identificaron áreas del cerebro que responden a la escucha mediante neuroimagen. Se activan varias regiones muy distintas: algunas ligadas a las emociones, otras a la imaginación. Según el estudio, nuestro cerebro se perturba al escuchar estos silbidos y tiene dificultades para entender si se trata de un sonido artificial o natural, lo que explica el malestar que sienten los voluntarios. Nuestro cerebro también entra en alerta.
Partiendo del principio de que los aztecas en su época sentían emociones similares a las nuestras, los resultados apoyan la tesis de que los silbatos se utilizaban para dar una dimensión más fuerte a las ceremonias de sacrificios humanos. Sin duda para asustar aún más a las víctimas y galvanizar a los espectadores. Una sensación de espectáculo un tanto macabra, pero también una visión general del avance de la civilización azteca, que ya había comprendido bien el poder del sonido y la forma en que éste puede influir o amplificar nuestras emociones.