En su país lo apodan “el carnero de Bruselas”. La imagen le pega bastante bien al diplomático español. Josep Borrell, cuyo mandato como Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad está llegando a su fin, intenta un último golpe de estado en los acogedores pasillos de la capital europea.
Este 18 de noviembre espera incluir en el orden del día de la reunión de Ministros de Asuntos Exteriores de los Veintisiete una propuesta para suspender el diálogo político con Israel. Una forma de afrontar sus responsabilidades a los jefes de diplomacia del continente, más de un año después del inicio de la destructiva guerra en Gaza, que dejó más de 43.000 muertos y 102.000 heridos.
Partidario de la solución de dos Estados y de la unidad de los palestinos, el diplomático, procedente de las filas socialistas, defendió posiciones valientes sobre esta cuestión, que le valieron ser tachado de antisemita por Israel Katz, el ministro israelí de Asuntos Exteriores. Sin embargo, estas acusaciones son difíciles de aceptar cuando conocemos sus antecedentes: el directivo vivió durante una temporada en un kibutz, donde conoció a su primera esposa.
La Unión está muy dividida sobre el tema
Para provocar el debate entre los ministros de Asuntos Exteriores, Josep Borrell se basa en las disposiciones legales del artículo 2 del Acuerdo de Asociación UE-Israel, que exige el respeto de los derechos humanos y los principios democráticos. Un principio que ya ha empujado a la izquierda y a las ONG a pedir la suspensión del acuerdo que incluye programas de investigación, estudio e intercambio comercial. La suspensión del diálogo propuesta por Josep Borrell no supondría, sin embargo, la suspensión del acuerdo de asociación.
A finales de mayo, Josep Borrell estimaba que ya tenía “la necesaria unanimidad de los estados para convocar un consejo de asociación con Israel para discutir la situación en Gaza, el respeto a los derechos humanos que Israel debe asumir bajo el acuerdo de asociación y cómo piensa respetar la decisión de la Corte Internacional de Justicia”.
Por el momento, la UE sigue marcadamente dividida entre partidarios inquebrantables de Israel, como Hungría, la República Checa, Alemania y Austria, y Estados miembros más críticos, como España, Irlanda, Noruega y Eslovenia, que reconocieron al Estado palestino este año.
Este último había formulado un plan de paz de diez puntos a principios de este año e instó a respetar la solicitud de la Corte Penal Internacional (CPI) de emitir órdenes de arresto contra el primer ministro israelí, su ministro de Defensa y dos funcionarios de Hamás por crímenes de guerra y crímenes. contra la humanidad. Al mismo tiempo, en la Universidad de Valladolid, Josep Borrell explicó que Hamás había sido “financiado por el gobierno israelí en un intento de debilitar a la Autoridad Palestina de Fatah”. Las airadas verdades del “carnero de Bruselas”.
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