La COP16 sobre biodiversidad marcó un hito importante en los debates globales sobre la protección de la naturaleza, pero también destacó los considerables desafíos que persisten para convertir las ambiciones en acciones concretas.
La 16ª Conferencia Mundial sobre Biodiversidad (COP16), que tuvo lugar recientemente en Cali, Colombia, marcó un hito importante en los esfuerzos globales para proteger la naturaleza. Esta conferencia se basó en el Acuerdo Kunming-Montreal (GBF) adoptado en 2022 durante la COP15, que fijó objetivos ambiciosos para la protección de la biodiversidad global. La COP16 ha sido denominada la “COP de implementación”, señalando una intensificación de los esfuerzos para proteger los ecosistemas, reconocer los derechos de las poblaciones indígenas y apoyar financieramente a los países más ricos en biodiversidad. Si bien seguimos siendo optimistas, la pregunta sigue siendo: ¿pueden estos objetivos conducir a un progreso real y concreto, o son sólo victorias simbólicas?
La iniciativa 30×30: un objetivo ambicioso pero vago
El objetivo 30×30 adoptado en la COP15 en 2022 apunta a conservar y proteger el 30% de la tierra y el 30% de los océanos para 2030 a través de áreas protegidas u otras medidas de conservación efectivas. El éxito de esta iniciativa 30×30 sigue siendo un desafío. La gran variedad de ecosistemas globales y la conservación de una parte tan importante de la tierra y el océano requieren enfoques adaptados a cada región. La complejidad técnica dificulta la aplicación de un modelo único, particularmente en áreas fuertemente impactadas por la actividad humana (agricultura intensiva, infraestructura, industrias extractivas). De hecho, la protección formal de un territorio no garantiza automáticamente la sostenibilidad de sus ecosistemas. Para garantizar que los esfuerzos de conservación sean verdaderamente efectivos, es esencial tener un enfoque dinámico y proactivo en la gestión de los recursos naturales para garantizar una conservación efectiva. Algunos observadores temen que la iniciativa 30×30 pueda convertirse en un ejercicio de “lavado verde”. Destacan el riesgo de que se sigan explotando áreas oficialmente protegidas debido a la falta de cumplimiento de las regulaciones.
Antes de la COP16, parecía que la gran mayoría de los países (85%) estaban retrasados en el desarrollo de sus Estrategias y Planes de Acción Nacionales de Biodiversidad (EPANB) debido a diversos desafíos. Esta situación afectó particularmente a 12 de los 17 países llamados “megadiversos”, que albergan el 70% de la biodiversidad del mundo. Por ejemplo; Brasil y Colombia destacaron la falta de tiempo para llevar a cabo consultas en profundidad con las partes interesadas y los pueblos indígenas. India mencionó la dificultad de adaptar los objetivos globales al contexto local y el Reino Unido atribuyó su retraso a sus numerosos cambios de gobierno. Al final de la COP16, sólo 44 de 196 países habían elaborado nuevas EPANB y alrededor de 119 países habían establecido objetivos nacionales. Los desafíos persisten ya que los países no han llegado a un acuerdo sobre una “revisión global” del progreso para la COP17 (en 2026) y la COP19 (en 2028). Tampoco detallaron claramente las acciones a tomar luego de los exámenes. Finalmente, no se llegó a ningún acuerdo sobre los indicadores del marco de seguimiento. Esto se debe en parte a la falta de compromisos financieros concretos.
Por lo tanto, parece que los antiguos objetivos de Aichi fijados en 2010 para el período 2011-2020 no han logrado sus ambiciones iniciales por tres razones notables: los importantes retrasos adoptados por muchos países, la ausencia de mecanismos de seguimiento cuantitativo restrictivo y la falta de acuerdos internacionales. supervisión de las normas de protección. Estas brechas generan preocupaciones sobre el logro del objetivo 30×30.
Los desafíos de financiar la biodiversidad
Al igual que ocurre con el clima, las necesidades de financiación siguen siendo uno de los obstáculos a superar para adoptar medidas eficaces en materia de biodiversidad. Si bien la COP16 estableció una hoja de ruta para movilizar recursos financieros, las promesas de las naciones más ricas aún no han alcanzado los 200 mil millones de dólares necesarios cada año para alcanzar los objetivos globales de biodiversidad. Las promesas de contribuciones anunciadas durante la conferencia ascendieron sólo a 163 millones de dólares. Muchos países en desarrollo dijeron que la falta de financiación oportuna del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), un importante fondo ambiental multilateral, les había impedido producir nuevos programas de acción nacionales para el medio ambiente.
El enfoque de la COP16 para financiar la biodiversidad se centró en tres fuentes principales: ayuda internacional, inversión del sector privado y nuevos instrumentos financieros, como los créditos para la biodiversidad. Estas herramientas son innovadoras, pero su impacto dependerá en gran medida del grado en que se adopten a nivel mundial. Además, depender de financiación del sector privado plantea dudas sobre la ética. Sin directrices y supervisión claras, estos mecanismos financieros pueden servir a los intereses de los inversores privados por encima de los de los ecosistemas y comunidades vulnerables.
Reconocimiento pero falta de protección de los derechos de los pueblos indígenas
Uno de los avances más notables en la COP16 fue el enfoque en los derechos de los pueblos indígenas. Las comunidades indígenas son reconocidas como “custodios de la naturaleza”, desempeñando un papel vital en la protección de la biodiversidad dados sus estrechos vínculos ancestrales con la naturaleza. Por lo tanto, se implementó la creación de un grupo permanente u “órgano subsidiario” para los pueblos indígenas con el fin de garantizar su representación continua y permitirles contribuir directamente a las negociaciones.
Si bien reconocer las contribuciones indígenas es un paso importante, no garantiza la protección de los derechos de los pueblos indígenas. En ausencia de medidas coercitivas, las comunidades indígenas podrían seguir siendo marginadas o explotadas por intereses más poderosos, incluidos gobiernos o corporaciones que buscan acceso a tierras ricas en recursos naturales. La COP16 enfatiza que las comunidades indígenas son socios en la conservación, pero no ofrece acuerdos vinculantes para proteger su soberanía y sus medios de vida.
El gran desafío: cerrar la brecha entre compromisos y acciones concretas
Los resultados de la COP16 revelaron el conocido talón de Aquiles de la gobernanza ambiental: la brecha entre compromisos y acciones. La historia de las COP sobre el clima ha demostrado que los acuerdos ambientales ambiciosos a menudo fracasan en la etapa de implementación, atrapados en obstáculos políticos, económicos o logísticos. Los países no solo deben alinear sus políticas con los objetivos de la COP16, sino también comprometer recursos e involucrarse con las comunidades indígenas y el sector privado para superar los desafíos persistentes a su implementación. El sector financiero puede desempeñar un papel crucial en la promoción de objetivos de biodiversidad al centrarse en mecanismos y marcos de financiamiento que alineen los flujos financieros con las necesidades de conservación.
Durante la COP16, los líderes destacaron la importancia de movilizar capital privado para apoyar la protección de la biodiversidad, dado el enorme déficit de financiación. Las discusiones se centraron en la ampliación de los créditos para la biodiversidad, la mejora de la transparencia financiera y la integración de información financiera relacionada con la naturaleza, lo que ayudaría a los inversores a comprender y gestionar los riesgos relacionados con la biodiversidad. Durante estas dos semanas, varias iniciativas fueron ampliamente acogidas:
- el desarrollo de los primeros objetivos científicos para la naturaleza,
- establecer un plan para la instalación de datos públicos sobre la naturaleza y planes para la transición del TNFD a la naturaleza,
- el aumento del número de adoptantes del TNFD (Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con la Naturaleza) a más de 500,
- el lanzamiento del marco del Grupo Asesor Internacional sobre Créditos de Biodiversidad (IAPB),
- la primera evaluación del índice de referencia de bonos corporativos NA100,
y muchos más. Sin embargo, persisten desafíos, incluido el desarrollo de métricas estandarizadas para evaluar la biodiversidad garantizando que sean consistentes con las políticas nacionales e internacionales. Además, es crucial establecer mecanismos financieros suficientemente atractivos para movilizar inversiones privadas.
Perspectivas de futuro: hacia una implementación efectiva
La COP16 sobre biodiversidad marcó un hito importante en los debates globales sobre la protección de la naturaleza, pero también destacó los considerables desafíos que persisten para convertir las ambiciones en acciones concretas. La ausencia de medidas vinculantes, la falta de financiación y los marcos regulatorios limitados obstaculizan el progreso real. Para cerrar la brecha entre ambiciones y realidades, son necesarias varias acciones. El futuro de la biodiversidad global dependerá de la capacidad de las naciones para transformar sus compromisos en medidas tangibles y efectivas sobre el terreno. A menos que se logren grandes avances, es poco probable que se cumplan los objetivos de 2030.