Durante las detenciones, el jefe del departamento de seguridad (jefe de la policía local) de Chilpancingo, German Reyes, es acusado de ser el principal responsable de la muerte del alcalde Alejandro Arcos, asesinado el pasado 6 de octubre, seis días después de haber asumido su cargo.
Durante una audiencia pública, la fiscalía también lo acusó de ser miembro de Los Ardillos, una de las mafias locales que controla la venta de drogas, los secuestros y la extorsión. Según la fiscalía, el alcalde fue asesinado porque se negó a nombrar funcionarios que Los Ardillos querían imponer a las autoridades, constató un periodista de la AFP. Alejandro Arcos murió decapitado vivo por “hemorragia”, según la fiscalía.
Su cabeza había sido colocada sobre el techo de un vehículo. El exsoldado Germán Reyes refutó las acusaciones y dijo que nunca conoció al alcalde. Se considera un “chivo expiatorio” víctima de un “asunto político”. Entre mar y montaña, entre Acapulco, puerta de entrada de la droga, y campos de opio y aguacates en el interior, Guerrero es uno de esos territorios mexicanos atrapados en una espiral de violencia criminal.
Hace una semana fueron encontrados once cuerpos desmembrados en un automóvil. Forman parte de un grupo de 17 personas desaparecidas desde octubre, secuestradas por Los Ardillos, según autoridades. A principios de noviembre, cinco miembros de una misma familia fueron asesinados en una vivienda de las afueras de Acapulco. El 24 de octubre, catorce personas murieron en un enfrentamiento entre militares y presuntos delincuentes que mataron a dos policías.
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