Antes de cambiar de opinión en el último momento, Cédric G. había considerado, “por curiosidad”, reproducir en su pareja el mismo proceso de sumisión química utilizado por Dominique Pelicot con su esposa para violarla, admitió el viernes ante el tribunal. tribunal penal de Vaucluse.
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“Tengo este contacto con el señor Pelicot. el me ofrece esto [de reproduire ce qu’il faisait à sa femme, NDLR]. No hay excitación, ni deseo, sino curiosidad”, explicó este hombre de 50 años, procesado en el proceso de violación de Mazan por haber agredido sexualmente a Gisèle Pelicot, sedada, en una ocasión, en octubre de 2017.
Es uno de los pocos acusados que admite claramente haber sabido de antemano que Gisèle Pelicot estaría dormida y que, por tanto, se trataría de una violación.
“Le pregunto al señor Pelicot sobre la forma en que él, su proceso. A estas alturas de mi vida, ya he causado muchas desviaciones, incluso las persigo. El señor Pelicot me informa, me explica cómo procede”, continúa Cédric G.
Varias semanas después de su estancia con los Pelicot en Mazan (Vaucluse), hechos por los que hoy es procesado por “violación agravada”, como la mayoría de los otros 50 acusados en este emblemático juicio de sumisión química, y por el que se enfrenta a 20 años de prisión penal, quien se presentó como “discípulo” de Dominique Pelicot, “el director” de este asunto, había recibido de él ansiolíticos para utilizarlos en su propio compañero.
“En un momento dado, tengo los dos pies en la fantasía y empujo el cursor un poco más”, dice Cédric G.
Con Dominique Pelicot, están delante de la casa de su pareja, en Aix-en-Provence, y él le da los sedantes. “Por muy extraño que pueda parecer para una persona como yo, que busca el peligro, cuando llegamos me digo: ‘Para, para todo’”, continúa este ex técnico informático.
“Estoy bajo detención por sedantes. Te da una sensación de poder, de poder. Halaga un poco tu ego. Estás en posesión de algo prohibido, estás en pleno disfrute. Hay algo de transgresor, hay fantasía, pero no performance”, insiste.
“En algún momento veo que se va demasiado lejos”, concluye.
El psiquiatra Laurent Layet describió el jueves a esta cincuentona como una persona con múltiples “desviaciones sexuales” que requieren “una orden absoluta de tratamiento”.
Este aficionado al exhibicionismo, al voyerismo, al swinging e incluso a la urofilia poseía también numerosas imágenes de pornografía infantil, delito conexo por el que también está siendo procesado en Aviñón.