Donald Trump elegido presidente | El regreso de la bestia

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Donald Trump, por cuatro años más. Los estadounidenses optaron por enviarlo de regreso a la Casa Blanca. Visto desde aquí puede parecer difícil de entender, pero una mayoría de votantes prefirió la oscuridad a la luz. Una era caótica y peligrosa está amaneciendo en Estados Unidos (y mucho más allá).


Publicado a las 3:29 a.m.

Actualizado a las 5:00 a.m.

Los estadounidenses perdieron la oportunidad de escribir una nueva página de su historia y elegir por primera vez a una mujer para la presidencia. En lugar de ello, optaron por retomar un capítulo ya conocido, pero que promete ser aún más oscuro que el que marcó el primer mandato de Donald Trump en la Casa Blanca.

No hubo suspenso. La noche electoral fue angustiosa y deprimente de principio a fin. Mantuvimos la esperanza tanto como pudimos. En algún momento tuvimos que enfrentar los hechos: será Donald Trumptodo de nuevo. Lo suficiente como para hundirnos en una grave depresión postelectoral, y no solo porque nos veremos obligados a soportar las payasadas trumpistas durante cuatro largos e interminables años más.

Si fuera sólo eso, sería casi –casi– divertido, en cualquier caso ciertamente muy entretenido…

Pero me temo que es mucho peor que eso. Lo que está en juego nunca ha sido tan crucial. Para Estados Unidos y para el resto del planeta.

Hay quienes dicen que los medios de comunicación quebequenses cubrieron demasiado la campaña electoral estadounidense. Después de todo, este no es nuestro país, señalan estos críticos. ¿No estamos un poco, mucho “colonizados”, dicen, para interesarnos tanto por lo que sucede al sur de la frontera?

Esto olvida hasta qué punto el resultado de estas elecciones influirá en el resto del mundo.

De todos. Nuestro. La de Oriente Medio. La de Ucrania. Esta victoria trumpista, no lo olvidemos, es también la de Vladimir Putin.

A lo largo de esta accidentada campaña electoral, hemos oscilado entre la ansiedad y el entusiasmo, entre la consternación y las grandes esperanzas.

No estamos hablando sólo de relaciones diplomáticas que se enfriarán o de aranceles aduaneros que se dispararán.

Estamos hablando de una democracia que está tambaleándose. Durante mucho tiempo lo habíamos dado por sentado: ¡nada podía sacudir a nuestro colosal vecino, el líder del mundo libre! Pero ahora la democracia que pensábamos era inmutable se está erosionando lentamente ante nuestros ojos. Sin que podamos hacer nada al respecto, o muy poco.

Estamos hablando del regreso al poder de un líder populista y revanchista, que se ha sumergido en una retórica violenta, racista y misógina en las últimas semanas. Un líder que ataca implacablemente la integridad de las instituciones de su país.

Hay que ser ingenuo o inconsciente para pensar que el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos no tendrá ningún impacto en nuestras vidas. Tendrá mucho de eso.

“Vivir a tu lado es como dormir con un elefante. No importa el temperamento y la bondad de la bestia, seguimos afectados por todos sus tics y gruñidos”, dijo Pierre Elliott Trudeau a Richard Nixon durante su primera visita oficial a Estados Unidos en 1969.

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FOTO CHUCK MITCHELL, ARCHIVOS DE PRENSA CANADIENSE

Richard Nixon y Pierre Elliott Trudeau, en 1972

Imagínese si la bestia de repente dejara de ser agradable.

Si empieza a admirar a los peores autócratas. Si se rodea de leales serviles y persigue, como prometió, a los “enemigos internos”. Si expulsa a millones de inmigrantes “ilegales” que, según ella, están envenenando la sangre de Estados Unidos…

Imagina una bestia más inestable y gruñona que nunca. Durmiendo junto a él, durante los próximos cuatro años. Corremos el riesgo de quedarnos despiertos muy, muy a menudo…

Sin embargo, creíamos en ello. Kamala Harris podría haberse interpuesto en el camino de Donald Trump, de una vez por todas. Pero, al igual que Hillary Clinton, no logró romper “el techo de cristal más alto y duro”.

La apuesta demócrata era arriesgada. EL autopsia será doloroso. Se culpará a Joe Biden por aguantar, sin darle a Kamala Harris la oportunidad de dejar su huella. Todo ello será analizado, desde todos los ángulos, en las próximas semanas.

Pero ya podemos lamentar que los estadounidenses no parezcan dispuestos a ver a una mujer –una negra además– ocupar la Oficina Oval.

Este resultado es una bofetada para millones de estadounidenses y, especialmente, para las mujeres estadounidenses.

Esas que Donald Trump presumía de poder “agarrar por el coño”. Los, numerosos, que afirman haber caído en sus garras con el paso de los años. Aquellos, aún más numerosos, que han perdido el derecho a controlar su propio cuerpo.

Los que se negaron a regresar.

Sin duda, este regreso del trumpismo tendrá consecuencias desastrosas para el mundo en general, y para las mujeres estadounidenses en particular. Hacer que Estados Unidos vuelva a ser grandeproclaman sus seguidores. Devolverle a Estados Unidos esta grandeza fantaseada donde las mujeres sabiamente regresarían a sus estufas y a sus hijos. Por desgracia, nos estamos acercando.

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