Al final de esta campaña electoral, ¿tiene la impresión de que Estados Unidos está más polarizado que nunca? ¿Que la brecha entre demócratas y republicanos se está ampliando? ¿Tanto es así que un candidato demócrata, incluso uno moderado, repele casi automáticamente al electorado republicano, y viceversa para un candidato republicano moderado? No es una impresión.
Publicado a las 1:36 a. m.
Actualizado a las 6:00 a.m.
Se calcula que aproximadamente el 88% de los estadounidenses se identifican directa o indirectamente con uno de los dos partidos principales. Sin embargo, todas estas personas, tanto demócratas como republicanos, tienen una opinión cada vez más desfavorable del otro partido, según datos del American National Election Studies. En 1978, tenían una opinión relativamente correcta sobre el otro partido político: sobre una puntuación de 100, le daban 48, frente a 71 para el partido con el que se identificaban.
En 2020, le dieron a la otra parte una puntuación de sólo… 19. Es mejor decir que desconfiaban de ella como de la peste. Aún más alarmante: la mitad de esta caída tuvo lugar entre 2012 y 2020. Este vertiginoso grado de polarización tiene consecuencias dañinas: tiende a deshumanizar a la otra familia política y hace que el sistema político sea menos funcional.
“Los dos partidos son mucho más diferentes que antes. Es más difícil para los funcionarios electos de ambos partidos trabajar juntos y gobernar en estas circunstancias”, afirmó Matthew Tyler, profesor de ciencias políticas en la Universidad Rice. Todo esto no es tranquilizador…
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