Virginia McCullough, de 36 años, fue sentenciada a cadena perpetua por matar a sus padres en 2019 y almacenar sus cuerpos durante casi cuatro años. El descubrimiento de la situación lo hicieron los médicos de sus padres, preocupados por su ausencia durante las citas médicas.
En junio de 2019, en su casa de Essex, Virginia envenenó por primera vez a su padre de 70 años triturando medicamentos y agregándolos a sus bebidas alcohólicas. Al día siguiente, mató a su madre, de 71 años, golpeándola con un martillo y apuñalándola repetidamente con un cuchillo de cocina. Después de estos asesinatos, Virginia continuó una vida aparentemente normal, escondiendo los cadáveres en la casa familiar. Para su padre, hizo una tumba improvisada en su dormitorio, cubriéndola con mantas y adornos.
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Su madre estaba envuelta en un saco de dormir y escondida en un armario. Durante este tiempo, Virginia mintió a profesionales médicos y familiares, justificando las ausencias de sus padres con viajes ficticios. La mentira terminó el 15 de septiembre de 2023, cuando la policía forzó la entrada a la casa tras las preocupaciones de los médicos. Virginia confesó durante su arresto, diciendo que sabía que esto sucedería y que tenía que cumplir su condena.
El fiscal afirmó que el asesinato había sido cuidadosamente planeado desde marzo de 2019, lo que permitió a Virginia beneficiarse de las pensiones de sus padres, que ascienden a más de 76.000 libras esterlinas (unos 85.000 euros), de las cuales una parte se utilizó para apostar. línea. El juez enfatizó que uno de los móviles de los asesinatos fue evitar que sus padres descubrieran sus mentiras y robos.
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