El arte del engaño diplomático

El arte del engaño diplomático
El arte del engaño diplomático
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S’Hay una cosa que podemos aportar a Argel y es su capacidad de reinventar la historia, de distorsionarla con tal fervor que casi se podría creer en ella. Casi. Y ahí está la sutileza: mantener la ilusión, incluso cuando flaquea bajo el peso de la verdad. ¿El Sáhara marroquí? Un tema de “descolonización”, proclama el poder argelino.

¿Marruecos? Un “ocupante”, dice. Pero no nos equivoquemos: esta retórica está cuidadosamente elaborada para enmascarar una verdad mucho más cruda: Argelia está haciendo todo lo posible para mantener un status quo artificial en una región que está dando grandes pasos hacia la prosperidad bajo el liderazgo de Marruecos. Pero cada vez que el gobierno argelino intenta una nueva pirueta diplomática, Omar Hilale, representante permanente de Marruecos ante las Naciones Unidas, parece dejar las cosas claras.

Y cada vez es la misma escena: un desmantelamiento metódico de las falsedades argelinas, una por una, hasta que de su inestable argumento no queda nada excepto un susurro de “un discurso fuera de tiempo”. El ejemplo más reciente fue durante la Asamblea General de las Naciones Unidas (24 al 30 de septiembre de 2024). El ministro argelino de Asuntos Exteriores, Ahmed Attaf, se arriesgó a un ejercicio delicado: convencer a la asamblea de que el Sáhara marroquí es un territorio a “descolonizar”.

Llevando el vicio aún más lejos, abogó por una aceleración del proceso, al tiempo que proclamó su apoyo al Polisario, este grupo separatista que Argel ha mimado durante décadas. Pero esta ofensiva estaba condenada al fracaso, porque Hilale se apresuró a subir al podio para dejar las cosas claras. Con un estilo a la vez agudo y mesurado, deconstruyó metódicamente cada afirmación argelina.

En primer lugar, sobre la cuestión de la descolonización, recordó que el Sáhara marroquí está reintegrado a la patria desde 1975, tras los Acuerdos de Madrid, ratificados y apoyados por la comunidad internacional. Al parecer, Argelia todavía vive en una burbuja del tiempo, atrapada en algún lugar de los giros y vueltas de la Guerra Fría. Una época en la que las ideas de descolonización tenían sentido. Pero hoy estos discursos carecen de sustancia.

La segunda mentira, y sin duda la más sabrosa, es la de Argelia, que se presenta como un observador desinteresado del conflicto. Si la hipocresía tuviera rostro, probablemente se parecería a esta postura argelina. Porque seamos claros: Argelia no es simplemente un espectador, es el titiritero detrás del Polisario, una organización cuya connivencia con el terrorismo y el crimen organizado está establecida. Omar Hilale no dejó de subrayar esta paradoja, recordando que sin el apoyo financiero y logístico de Argel, el separatismo en el sur de Marruecos nunca habría adquirido tal magnitud. ¿Y qué pasa con los pasaportes argelinos que los miembros del Polisario blanden con orgullo durante sus viajes?

Todo esto demuestra que Argelia es mucho más que un simple espectador. Pero la parte más irónica de esta farsa diplomática es la forma en que Argelia afirma apoyar los esfuerzos de la ONU por una solución pacífica, mientras se niega a sentarse a la mesa de negociaciones. Por eso Hilale describe esta actitud como “un escaparate”. Un bonito eufemismo para describir este doble discurso que ya no engaña a nadie. Otro punto irónico: la acusación argelina de que Marruecos está falsificando la realidad.

Este ataque, aunque ridículo, permitió a Hilale exponer una serie de hechos indiscutibles. El Sáhara marroquí no es una tierra árida abandonada, como algunos quisieran creer. Es una región en auge, con infraestructuras modernas, carreteras, universidades, puertos, hospitales… Y para quienes lo duden, la apertura de consulados en las provincias del sur es una prueba contundente. Más de 30 países han abierto sus representaciones en la región, validando así, a través de su presencia diplomática, la soberanía marroquí en este territorio.

Argelia, en su obstinación, intenta negar esta realidad que está ante los ojos de todos: el Sáhara marroquí está en movimiento y nada puede detener su desarrollo. Finalmente, ¿qué podemos aprender de este enésimo enfrentamiento verbal? Por un lado, un Marruecos decidido, seguro de sus opciones y apoyado por una comunidad internacional cada vez más amplia. Por el otro, una Argelia sumida en discursos del pasado, negándose a afrontar la realidad. Mientras Marruecos sigue desarrollando sus provincias del sur, ofreciendo a sus habitantes un futuro prometedor, Argelia sigue prisionera de sus propias contradicciones, intentando mantener su marco de mentiras.

Por D. William

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