Escenas alternativas
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Desde hace veintidós años, este evento reúne cada verano a lo mejor de la escena alternativa en la apartada ciudad minera de Rouyn-Noranda. Un paraíso indie que sigue prosperando a pesar de su institucionalización, en un contexto quebequense no necesariamente fácil para los artistas.
“Vamos al lavadero.” Es cierto que el viaje en autobús de Montreal a Rouyn-Noranda duró más de diez horas entre bosques y lagos, no nos duchamos y algunas manchas de mostaza amarilla fluorescente manchan sutilmente nuestras camisetas, pero durante medio segundo nos picó la curiosidad ante esta invitación: ¿realmente estamos tan sucios? Afortunadamente, las inclinaciones de nuestro compañero de noche son puramente musicales y dicho lavadero es solo el punto de referencia para encontrar el espectáculo secreto que se desarrolla al aire libre esa noche, en el marco del Festival de músicas emergentes (FME). El evento cultural se celebra cada verano desde hace veintidós años en todos los rincones de esta ciudad minera de Abitibi-Témiscamingue, la capital canadiense del cobre con paisajes bucólicos aunque empapados de arsénico, y no ha perdido nada de su energía pionera a pesar de su institucionalización. Gracias en particular a un soplo de aire fresco aportado al equipo de prog, que se ha enriquecido recientemente con el dúo de apenas treinta años Marilyne Lacombe y Philippe Larocque, cofundadores del sello monrealeño Mothland y eminentes conocedores de las escenas alternativas de Quebec.
Ante nuestros ojos, demacrados por el cansancio y la cerveza IPA local, un grupo de Montreal, visiblemente alimentado con biberón de Osees, se desata, acompañado de una especie de elfo surfista con pantalones de chándal naranjas, Crocs y camiseta. «Tranquilo desde 1993» (“relajado desde entonces
