El Papa Francisco es recibido tras aterrizar a primera hora de la mañana en el aeropuerto internacional de Ajaccio.
Jeannette, de 108 años, que llevaba horas esperando allí, fue bendecida por el Papa Francisco.
Calurosamente aplaudido, saludado con gritos “¡Viva el Papa!” » (“Viva el Papa” en corso), Francisco recorre la ciudad en un papamóvil bajo un sol radiante.
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El Papa Francisco cerró la conferencia sobre “la religiosidad popular en el Mediterráneo” en compañía del cardenal Bustillo, en el origen de este evento.
Al final de la mañana, el Papa medita ante la estatua de Maddunnucia, Nuestra Señora de la Merced, patrona de la ciudad. Cada 18 de marzo se le dedica la procesión más grande de la isla.
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Los corsos asisten a la llegada del Papa a la catedral de Notre-Dame de l’Assomption en Ajaccio.
“Cuídate y cuida a los demás”dijo el Papa a los miembros del clero reunidos en la catedral de Ajaccio.
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En la plaza frente a la catedral de Ajaccio, el Papa Francisco habla con el presidente del consejo ejecutivo de Córcega, Gilles Simeoni, y con el cardenal Bustillo.
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A media tarde, las cofradías corsas se reunieron para asistir a la misa del Papa en Casone. Constituyen un elemento esencial del paisaje religioso y cultural de la Isla de la Belleza.
En la plaza de Austerlitz, también llamada U Casone, el Papa preside una misa de hora y media ante una multitud formada por fieles, obispos, políticos y miembros de las hermandades.
Último acto de la visita a Córcega, el Papa Francisco y Emmanuel Macron hablaron durante 45 minutos en el aeropuerto de Ajaccio. El presidente francés le aseguró que su visita fue “un gran honor para la ciudad de Ajaccio, para Córcega y para Francia”.