Un poco más temprano por la mañana, el Papa Francisco clausuró la conferencia sobre “La religiosidad popular en el Mediterráneo” en compañía del cardenal Bustillo. La oportunidad para que el Santo Padre aclare el tema de su viaje y el motivo por el que eligió Córcega.
En el Palacio de Congresos de la ciudad, el Papa, acompañado por el cardenal Bustillo, presentó Córcega como un ejemplo de piedad para Europa, un ejemplo de virtud. Terminó su discurso instando a los líderes políticos a permanecer siempre cerca del pueblo, comprendiendo los sufrimientos e interpretando las historias. Además, defiende “un concepto de laicidad que no sea estático y fijo, sino evolutivo y dinámico”.
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Reunión en un contexto de tensiones
El mensaje se inscribe en el deseo del Papa Francisco de situar esta visita únicamente bajo el signo de esta piedad popular, lejos de los intereses políticos de cualquier visita oficial y, sobre todo, lejos de París, donde no desea ir. Es, pues, Emmanuel Macron quien viaja para verlo en el aeropuerto de Ajaccio, apenas una semana después de la reapertura de Notre-Dame de París, donde el Papa brilló por su ausencia a pesar de las múltiples invitaciones del presidente francés.
Una ausencia difícil de digerir para Emmanuel Macron, que desde hace tiempo reivindica una relación privilegiada con el soberano pontífice, hasta el punto de atenuar las relaciones entre el Elíseo y el Vaticano, según algunos. Así, la luz verde del Jefe de Estado ha tardado en llegar para la organización de esta visita a Córcega, y su presencia in situ se limitará a una simple entrevista en el aeropuerto. Una entrevista de media hora con el Soberano Pontífice que deberá tener lugar justo antes de su partida hacia el Vaticano. Una entrevista centrada en la actualidad internacional y la ecología.
