“Hubiera sido mejor regresar a su país”, le gritó Chris Janssens (VB) al ministro flamenco Zuhal Demir (N-VA), según al menos tres parlamentarios. Una prueba más de que Vlaams Belang no es tan liberal como les gusta afirmar.
Gran conmoción en el Parlamento flamenco. Se dice que el líder de la facción Vlaams Belang, Chris Janssens, le dijo al ministro flamenco de Educación, Zuhal Demir (N-VA), que sería mejor que regresara a su país. Tres parlamentarios escucharon el estallido. El propio Demir reacciona sorprendido. “Escandaloso. Yo me quedo aquí”. El propio Janssens afirma que, con la implementación del programa Vlaams Blok, la educación estaría ahora en mejores condiciones.
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En términos de línea de defensa, esta es el lado débil. Para empezar, esa frase no se presta bien a los gritos espontáneos en un ruidoso debate parlamentario. Y es problemático en sí mismo. Las organizaciones sin fines de lucro detrás del Vlaams Blok fueron condenadas por racismo, lo que obligó al partido a cambiar su nombre. Pero aparentemente todavía lo recuerdan con cierta nostalgia en sus propias filas.
“El hecho de que Demir también dijera cosas hostiles no justifica los ataques. Es lógico que uno espere que los representantes hayan dejado el patio de recreo en alguna parte”.
Filip Dewinter, líder del partido que ha estado presente desde entonces, dice que su partido “todavía” pensaba que “era posible regresar al país de origen”. Demir no debería tomarse todo esto tan personalmente, opina el actual presidente del partido, Tom Van Grieken. Y sí, “hoy no tendríamos muchos problemas si después hubiésemos devuelto a los trabajadores invitados”.
Un último argumento es que Demir y sus compañeros de partido también han dicho muchas cosas hostiles sobre Vlaams Belang. Que Chris Janssens sería una “coartada gay”, por ejemplo. Ella seriamente cruzó la línea con esto. Pero una cosa no justifica la otra. Esa es la lógica que uno espera que los representantes hayan dejado en algún lugar del patio de recreo.
Van Greeks y sus asociados dicen que están ansiosos por demostrar que son administradores razonables. Pero aparentemente es demasiado pedir que no se hagan declaraciones rancias en un debate parlamentario. No hay que recordar con nostalgia los años 90, cuando sus predecesores todavía podían hablar libremente y “aún no era demasiado tarde”.
Recuerde, en aquel entonces no había mujeres de origen inmigrante que se convirtieran en ministras.