Al poner a Marine Le Pen al frente de sus interlocutores, el Primer Ministro se puso bajo su control. Este error político lo llevó a un callejón sin salida.
No habrá pasado nada. Hasta el último momento, Michel Barnier, al anunciar que renunciaba a la exclusión de determinados medicamentos de la lista para 2025, intentó convencer a Marine Le Pen. Era una de las “líneas rojas” marcadas por la RN. Tan pronto como se oficializó este descenso por parte del Primer Ministro, el líder de la extrema derecha puso sobre la mesa otra “línea roja”, la de la desindexación de las pensiones. Este pequeño juego podría haber durado aún más. Imaginemos que el jefe de Gobierno, más concretamente, también dijera “banco” sobre las pensiones: Marine Le Pen sin duda habría sacado un nuevo conejo de su chistera.
¿Cómo puede sorprendernos que este escenario acabe, salvo gran sorpresa el miércoles, con censura? Desde el momento de su nombramiento, era aritméticamente obvio que la extrema derecha tenía el poder de decir basta con el experimento Barnier. La pregunta era cuándo. Pero la culpa del Primer Ministro fue consolidar políticamente este equilibrio de poder favorable a la extrema derecha. Desde el principio ha situado, entre todos sus interlocutores, a la Agrupación Nacional en el primer escalón. Emmanuel Macron había abierto el camino jugando con un paralelismo falaz entre la extrema derecha y la extrema izquierda. Después de tres meses de gobierno de Barnier, hemos alcanzado un hito: toda la izquierda fue condenada al ostracismo durante el debate presupuestario, mientras que Marine Le Pen tenía derecho a casi todo. La llamada izquierda gubernamental, al no distanciarse de la estrategia de La Francia insumisa, se ha dado, por supuesto, un palo con el que ser golpeada. Pero de todos modos… Esta elección estratégica de Michel Barnier de recurrir a la RN no es sólo una deshonra moral, sino un error estratégico. No luchamos contra la extrema derecha ignorandola. La derecha republicana se ha reducido al seguir esta estrategia durante años. Michel Barnier todavía intentó comprar el derecho a sobrevivir en Matignon cediendo al chantaje de la RN. De hecho, se fue reduciendo a medida que avanzaba.
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